El Tour afrontó la segunda etapa por los Alpes bajo el signo del cansancio. Chris Froome, el líder, se mostró tan incuestionable como agotado, por primera vez, aunque no lo suficiente para que se le descontrolara una ronda francesa que tiene amarrada aunque, eso sí, atemorizado por un Nairo Quintana que se encomienda a la mayor dureza de las dos etapas alpinas que restan; el viernes, en La Toussuire y, sobre todo el sábado, en Alpe d’Huez. El ciclista colombiano del Movistar cree que son recuperables los tres minutos de desventaja con el corredor británico.

La 18ª etapa estuvo marcada por la belleza de la ascensión a los Lacets de Montvernier y sus 17 curvas, aunque realmente fue una subida más para la foto que para la efectividad en la general. Fue una etapa en la que Alberto Contador, inicialmente tocado por las heridas de la caída del miércoles en el descenso de Allos, volvió a animarla con un ataque a más de 40 kilómetros, “más con el corazón que con las piernas”, tal como dijo en meta. Y fue la jornada en la que por primera vez Alejandro Valverde, tercero de la general, dio muestras de agotamiento. Si Froome no ofreció buena cara, tal como comentaron algunos de sus contrincantes, tampoco Valverde demostró la firmeza de jornadas anteriores; en otro día en el que Vincenzo Nibali, el último ganador en París, evidenció que, aunque alejado del jersey amarillo, puede ser un corredor con respuesta estratégica para otros rivales, en el caso de que vuelva a moverse en las dos etapas que quedan por los Alpes.

Purito Rodríguez buscó el jersey de lunares, como mejor escalador del Tour, un premio que al principio no contemplaba pero por el que luchará ante Romain Bardet, el ‘niño mimado’ del ciclismo francés, el corredor local con mejor futuro, empatado a puntos con el catalán en la clasificación de la montaña. Bardet, en solitario, se impuso en Saint Jean de Maurienne después de avalar mejor sus dotes de bajador que de escalador.

Ahora toca el turno a la Croix de Fer y La Toussuire, una jornada corta pero intensa, con puertos más duros y que le agradan mucho más a Quintana, quien confía en que Froome, tal como sucedió en el 2013, el año de la victoria del británico, baje la forma exhibida en los Pirineos.