Cada vez es más difícil ir a El Arcángel, y eso se notó en la entrada registrada ayer, por debajo sin ninguna duda de los 10.000 espectadores, y la más pobre de las vistas en lo que llevamos de temporada.

Es cierto que las altas temperaturas tampoco ayudaron, pero el ambiente que se vivía a media hora de empezar el choque asustaba. Con los vendedores ambulantes recogiendo el petate del mercadillo, la gente que se marchaba de sus últimas compras en El Arenal se mezclaba con los valientes que decidieron hacer frente al calor y a las malas sensaciones del Córdoba y acercarse al estadio. Curiosa paradoja, la de la coincidencia del fin del mercadillo con el inicio del partido del Córdoba. Y es que si no mejora mucho la cosa de aquí a enero, en la dirección deportiva tendrán que sondear más de un ‘mercadillo de fichajes’

Con el otoño llega el convencimiento de que las bicicletas son para el verano, y la dura caminata a recorrer será a pie

Pero volviendo al ambiente de la grada, la situación asusta. Porque si mala es una dinámica de pitos constantes y gritos contra los jugadores y el cuerpo técnico, peor es la desazón que se notaba ayer. Una sensación de vaca que se dirige al matadero, de falta de confianza en sus jugadores y en las posibilidades del equipo, a pesar de que solo estamos en el mes de octubre. Si en septiembre ya estaban quebradas buena parte de las esperanzas en una temporada de alegrías, para finales de octubre cualquier ánimo de pasar una campaña aunque sea tranquila, en mitad de la tabla, parece descartado.

Quedan pocas esperanzas

Con la conciencia de que será un año largo y duro, lleno de penalidades y con más derrotas que victorias, el cordobesista más fiel fue el que se dio cita, ayer por la tarde, en El Arcángel. Los entre seis y ocho mil de siempre, los incondicionales, los que llueva, viente o truene, ocupan su asiento en el estadio y aprietan para no desesperar. Tampoco pide mucho el aficionado del Córdoba, solo actitud, ganas y valentía, a sus jugadores. Ayer, se oyeron algunos pitos al inicio del partido cuando sonaban los nombres de la plantilla por megafonía. Pero la buena salida del equipo, con varias ocasiones claras en los primeros minutos de juego, despejaron cualquier inquietud y llevaron a la afición a volcarse con los jugadores. La desazón e incredulidad desaparecieron en cuanto apreciaron un síntoma, por leve que fue, de actitud y firmeza en los once del césped.

La entrada registrada en El Arcángel fue la peor de la temporada, síntoma del mal arranque liguero

Descartados aquellos con un nivel de exigencia mayor, que se quedaron en casa viendo el partido por la televisión, quedan los de siempre, los que con un bocata de tortilla y el dinero de la gasolina se recorren cientos de kilómetros para animar a su Córdoba allá donde va, y sufren con cada ocasión fallada y cada gol encajado.

Es esa infantería el gran arma del equipo blanquiverde para hacer frente a una temporada que nadie duda será dura y en la que se peleará por cotas inferiores a las prometidas en verano. Aunque, ya se sabe que las bicicletas son para el verano, y con el otoño llega el convencimiento de que la dura caminata que se atisba por delante habrá de hacerse a pie, y con un calzado demasiado parecido al que alguno que otro adquirió ayer en el mercadillo junto a El Arcángel.