Pocas veces una victoria futbolística se ha vivido como ayer se festejó la del Córdoba ante el Sporting. El Arcángel fue una fiesta durante los 90 minutos y se soltó, coreó, animó e incluso hizo la ola. La tensión de toda una temporada luchando por la salvación se soltó con la consecución del objetivo, que solo un iluso podía creer posible cuando el equipo, allá por el mes de febrero, estaba a 13 puntos. Con el pitido final estalló El Arcángel. Los aficionados se abrazaban, muchos lloraban de emoción y algunos soltaban toda la rabia y la desesperación vividas durante el curso en forma de una auténtica catarata de lágrimas. Los futbolistas y el cuerpo técnico salieron al centro del rectángulo de juego y recibieron la ovación merecida a una remontada que ya es histórica. El público, de forma responsable, no saltó al césped.

Tal fue la explosión de felicidad vivida por la plantilla, el cuerpo técnico y la directiva del Córdoba que lo que normalmente sigue los cauces de un protocolo muy medido se desbordó por completo. Jugadores llorando de emoción y abrazados. Periodistas llorando como niños. El cuerpo técnico abrazando a Sandoval y situándose junto a este en sala de prensa para llevarse el merecido aplauso de los reporteros. Pero solo era el principio de una fiesta que duró más de una hora en el túnel de vestuarios.

El presidente del Córdoba, Jesús León, hizo aparición junto a varios familiares en el túnel de vestuarios. Había pasado ya por el vestuario de su equipo y felicitado a sus jugadores y a un Sandoval que le seguía con las lágrimas saltadas. León también estaba emocionado y repartía abrazos a todo aquel que se lo pedía. El presidente, normalmente cauto y sereno, no perdió las formas. Pero se le notaba una alegría imposible de disimular en su rostro y en sus gestos. León aseguró que «la historia del Córdoba se empieza a escribir ahora, desde este día y aunque debemos ser prudentes respecto al futuro, adelanto ya que nos vamos a marcar objetivos más ambiciosos» de cara a la próxima campaña.

En la misma línea estuvo el director deportivo, Luis Oliver, que afirmó que «siempre hemos creído en este sueño y cuando se hace realidad, se obtiene la felicidad». A la afición le pidió «disfrutar de lo conseguido».

La situación a diez metros de la sala de prensa era emocionante. Los jugadores, protagonistas de la gesta en el césped, iban saliendo y recibiendo las felicitaciones de familiares y amigos que les esperaban sonrientes, muchos de ellos ataviados con camisetas con sus nombres y fotografías. Especialmente emocionado se vio a Javi Galán, pieza clave del costado izquierdo del Córdoba, que compareció ante los periodistas para asegurar que lo bueno vendrá ahora, ya que «vamos a hacer cosas muy bonitas aquí». Uno de los más buscados por fotógrafos, periodistas y amigos fue José Antonio Reyes. Al utrerano se le ve feliz, está «cómodo» y «contento» en el Córdoba, y dijo que le «gustaría» quedarse en la ciudad califal para la próxima temporada.

La sensación no solo era de absoluta felicidad por la consecución de la salvación. Flotaba algo más en ese ambiente enfervorizado, una mezcla de ilusión por el futuro y de aprendizaje de los errores. Se ha sufrido tanto esta temporada, el Córdoba ha pasado por tantos sinsabores durante una campaña que se hizo eterna, que muchos de los mensajes de jugadores y directivos iban por la línea de, además de celebrar lo conseguido, trabajar para construir un futuro ilusionante. Es lo que reclama el cordobesismo, que harto de sufrir, ayer por fin pudo celebrar la salvación como se merecía.