La ciudad colombiana de Medellín, en el departamento de Antioquia, vuelve a asociarse a un desastre aéreo. En 1935 cayó en sus inmediaciones el avión que llevaba a Carlos Gardel. En la noche del lunes era esperado en el aeropuerto José María Córdova de esa ciudad la aeronave que, entre otros, traía a los jugadores de un modesto equipo de fútbol brasileño que debía disputar la final de la Copa Sudamericana contra los locales de Atlético Nacional. Nunca llegó: de sus 81 tripulantes fallecieron 76, de acuerdo con las últimas informaciones suministradas por el jefe de la policía de Medellín, José Gerardo Acevedo (puedes seguir las últimas noticias del accidente en nuestro hilo directo).El presidente Juan Manuel Santos expresó sus condolencias a Brasil por una tragedia “que enluta a la región entera”. El Ministerio de Exteriores colombiano inició los trámites para la repatriación de los cuerpos sin vida.

El avión debió haber aterrizado pasadas las 21 horas. Cuando atravesaba el municipio de La Ceja, unos 45 kilómetros al sur del aeropuerto, la aeronave de la compañía boliviana LAMIA comunicó “problemas eléctricos”. Cayó en la elevación de una zona rural conocida como Cerro Gordo. Había partido de Santa Cruz (Bolivia) con las ilusiones de un modesto equipo, el Chapecoense, que nunca había llegado a afrontar un reto deportivo semejante. Además de los 22 futbolistas, iban a bordo directivos del club, 22 periodistas que habían viajado para reportar lo que se consideraba un acontecimiento histórico y nueve integrantes de la tripulación.

El Chapecoense es un club relativamente joven de Brasil: fue fundado en 1973 en Chapecó, una ciudad del estado de Santa Catarina conocida por sus frigoríficos. Sus hinchas no llegan a los 8.000 en cada partido. La institución estuvo a punto de desaparecer por deudas económicas. Renació de las cenizas y alcanzó un lugar en el fútbol de su país que sorprendió a propios y extraños. “Todavía no puedo salir de mi estupor”, dijo el vicepresidente del club, Iván Tozzo. La noticia de la tragedia ocupó de inmediato los primeros planos en las noticias en ese país. Según se conoció, la delegación del Chapecoense tuvo que cambiar de manera imprevista los planes de vuelo por una decisión de la autoridad de la aviación brasileña. Al no poder desplazarse a Medellín en un vuelo chárter se vio obligada a abandonar Sao Paulo e ir hasta el aeropuerto de Viru Viru, en la ciudad del occidente boliviano, donde se subió al aparato CP2933 de LAMIA.

El alcalde de La Ceja, Elkin Ospina, dijo que el avión “se partió en dos partes”. Una de ellas “cayó en la mitad del cerro y la otra en el filo”. Las cinco personas que lograron sobrevivir al desastre (una azafata, dos jugadores, un periodista y un directivo del equipo) estaban en la zona inferior del avión. Entre ellos están los futbolistasJackson Follmann y Alan Ruschel, quien, al ser rescatado, preguntaba insistentemente por su familia y pedía que le guardaran la alianza de matrimonio. Los especialistas aseguran que pudieron esquivar la muerte porque el piloto alcanzó a vaciar el depósito del combustible y, de esta manera, evitar una explosión.

“Lamentablemente ya no queda mucho que hacer sino esperar la luz del día y empezar el rescate de los cuerpos y trasladarlos a Medellín, ojalá por vía aérea, para identificarlos y hacer todos los trámites legales, porque son personas extranjeras”, añadió Ospina. La temperatura de cinco grados centígrados y una densa niebla dificultaron al principio la detección del lugar del siniestro.

El acceso al sitio del accidente, con aeronave de @ChapecoenseReal, solo se puede hacer por tierra debido a las condiciones climáticas.

“Esto es una tragedia enorme, terrible. Aquí estamos para ayudar en lo que se pueda”, señaló, atónito, el alcalde de Medellín,Federico Gutiérrez. Del corazón de la desgracia comienzan a fluir historias desgarradoras como el video divulgado por la familia del delantero Tiaguinho en que sus compañeros de equipo, en complicidad con su novia, le anuncian que será a ser padre por primera vez. Tiaguinho tenía 22 años al conocer la noticia. Matheus Salori, el hijo el entrenador de Chapecoense, Caio Júnior, iba a viajar a Medellín con el equipo. No pudo subirse al avión porque se había olvidado el pasaporte. ·Amigos, yo, mi hermano y mi madre estamos bien. Necesitamos fuerza, pero les pedimos que nos den un poco de privacidad”.

“Toda nuestra solidaridad con el club y las familias del equipo Chapecoense. Estamos en el lugar donde está el Puesto de Mando Unificado para poder colaborar en lo que sea necesario”, dijo el presidente de Atlético Nacional, Juan Carlos de la Cuesta. La Federación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) suspendió oficialmente la final del campeonato y un congreso del organismo que debía iniciarse este miércoles en Montevideo (Uruguay).

Hay que remontarse a finales de 1987 para encontrar un desastre equivalente en el fútbol sudamericano. El 8 de diciembre de ese año, el avión de la marina de guerra de Perú Fokker F-27 que transportaba al equipo del Alianza Lima impactó contra las aguas del mar de Ventanilla. Fallecieron 16 futbolistas, seis integrantes del cuerpo técnico, ocho hinchas, tres árbitros, cuatro dirigentes del club y seis tripulantes de la aeronave.