A Marco Pantani se le recuerda en 1999pinchado al pie de Oropa. Se le ve el último del pelotón. Todos por delante de él: obligado a adelantar, uno a uno, a los contrincantes y a los gregarios de estos. Y, a continuación, gesta para la leyenda: la siguiente imagen que aparece delPirata es en el podio, vestido de rosa y con la victoria de etapa. Increíble. Lo nunca visto. Escalador de leyenda.

«Cómo subía a Alpe di Pampeago. Iba detrás, en el primer coche de los comisarios, y casi resultaba imposible ir tan rápido, en una cuesta y en una bici». Josep Bochaca, hoy presidente de la federación catalana de ciclismo, era hace 16 años el presidente del Jurado Internacional del Giro; es decir, la máxima autoridad a la hora de regir los destinos reglamentarios de la ronda italiana, como el árbitro que dirige la final de la Champions y se ve obligado a enseñar la tarjeta roja a la gran estrella del partido.

Alpe di Pampeago, dos días antes del desastre y uno antes la última ascensión a Madonna di Campiglio, adonde retorna este domingo el Giro, fue la última gran victoria de Pantani en Italia, su último día en rosa, feliz en la cumbre por su triunfo. Los humanos, a un minuto del Pirata; Paolo Savoldelli, segundo en la general, a más de cinco minutos. Solo quedaba el Mortirolo en el camino hacia Milán, pero la carrera ya estaba sentenciada. Con este sensacional panorama se fue a la cama Pantani.

«Yo me encargaba de la dirección del Giro en carrera, pero había otro comisario designado por la Unión Ciclista Internacional, Antonio Coccioni, que estaba al frente del equipo médico que realizaba lo que se denominaba controles antidopaje aleatorios», recuerda Bochaca.

LOS CONTROLES ANTIDOPAJE

Hay que situarse 16 años atrás. La UCI, de acuerdo con los sindicatos de los corredores, había decidido efectuar de forma aleatoria controles de sangre durante la competición, alarmada por lo que era un secreto a voces, indemostrable sin pruebas, pero que circulaba en todos los corrillos: la EPO, que era indetectable en aquella época, circulaba por las venas de los ciclistas. Como se habían producido algunos fallecimientos por trastornos cardiovasculares, se estableció una norma, que no fue otra cosa que una especie de dopaje organizado. Se podía competir hasta con un 50% de hematocrito(nivel de glóbulos rojos). Si se superaba no había castigo por dopaje (sin argumentos no se puede sancionar), pero se consideraba que el corredor tenía un «problema de salud» y se le retiraba la licencia durante 15 días.

El 4 de junio, todos los equipos del Giro durmieron repartidos en hoteles de la estación de esquí de Madonna di Campiglio, una de las más in de Italia. A las 6 de la mañana, el comisario Coccioni repartió a sus hombres. Se había decidido tomar muestras de sangre a nueve escuadras (Ballan, Navigare, Cantina Tollo, Polti, Amica Chips, Mercatone Uno, Saeco, ONCE y Lampre). Los inspectores médicos se dirigieron a los hoteles. Los análisis comenzaron a las 6.40 y acabaron a las 8.05 de la mañana. Luego, en el hotel médico, comenzaron a analizar las pruebas recogidas.

«Fue Coccioni el primero en saberlo. Había un problema. Y nada menos que con el dorsal 1. Antes de llamarme a mí se puso en contacto con la UCI, en Lausana. 'Obra en consecuencia', le dijeron. A mí solo me dijo por teléfono que me acercara a su hotel, que había algo grave. Nunca pensé que el afectado fuera Pantani. Me informó y al poco apareció Giuseppe Martinelli». Martinelli era el director del Mercatone Uno, el conjunto de Pantani. «Estaba en fuera de juego. No entendía nada. Imposible que Pantani estuviera por encima del 50% de hematocrito. Que, por favor, repitiéramos el análisis. Se le dijo que no».

Martinelli llegó al hotel y se fue a la habitación de Pantani. «Estás fuera». El Pirata no dijo nada. Se dirigió al baño y de un puñetazo rompió el espejo. Entró en un túnel sin salida. El 14 de febrero del 2004 murió de una sobredosis de cocaína.