La hora de los ensayos en el Mundial, de soltarse y descargar los últimos nervios, se acabó anoche para España. Egipto fue un rival propicio para hacerlo y sacarle punta al perfil lúdico del equipo de Juan Orenga. La selección lo aprovechó. Se dejó ir sin encontrar apenas oposición y, al final completó otro marcador de escándalo (91-54), incluso más arrollador que el vivido 24 horas antes, frente a Irán, en el debut.

Egipto fue un rival tierno, una presa fácil, que apenas puso oposición y acabó llevándose un saco de canastas para casa, que pudo ser bastante peor si la selección hubiera puesto más empeño y no hubiera decidido levantar el pie del acelerador, en algunas fases, cuando ya había superado la treintena.

Pero esta noche frente a Brasil será todo muy distinto. Esta noche, será momento de ponerse serio, de tensar el músculo, de apretar los dientes en defensa y calibrar la medida real del equipo. Es un test importante para España. Pívots poderosos físicamente y sobrados de recursos cerca de la zona, bases rápidos y exteriores más que aceptables, además de una buena organización colectiva. Ingredientes más que suficientes para que el examen sea completo.

Ayer, sin embargo, el público de Granada y los propios jugadores tenían ganas de pasarlo bien. De disfrutar. Y lo hicieron. Vaya si lo hicieron. Para gozo de todos y tormento del subcampeón africano, que se limitó a encajar golpe tras golpe, como si fuera un saco de boxeo.

Orenga no quiso reservarse nadie en el banquillo. Todos necesitan rodaje, minutos de vuelo, porque los tres partidos que le aguardan a la selección en la primera fase, necesitará del trabajo colectivo. del esfuerzo de todos. Ayer no tardaron en aparecer Ibaka y Reyes, coreados por el público, y tras ellos la rotación volvió a extenderse para que nadie acumulara más de 20 minutos en pista. Solo Calderón, que simultanea el puesto de base y escolta, no parece encajar como debería en el libreto de Orenga. Ayer fue el único en n o anotar. Aun así, con todos los quintetos que utilizó, España demostró su superioridad y fue ampliando la brecha, hasta hacerla más que dolorosa.

PARCIAL DE 19-2 Descerrajaron el encuentro Pau y Marc Gasol, demoledores en la zona, sin encontrar ninguna oposición, y Rudy Fernández, que ha limitado su presencia al máximo en la preparación, quiso sumarse a la fiesta. Y en un visto y no visto, España se había escapado con un escandaloso 19-2 en siete minutos, y el 42-24 del descanso despejó cualquier duda sobre el desenlace, si es que existía.

Después todos fueron dejando su particular registro en el encuentro. Lo hizo incluso el joven Abrines, que actuó con descaro en sus 10 minutos en pista y acabó con 9 puntos, con dos triples consecutivos al final. Y dejó su huella especialmente Serge Ibaka, que deslumbró en unas cuantas acciones por su contundencia y su plasticidad (18 puntos y 8 rebotes en algo menos de 14 minutos). En ellas, el pívot de origen congoleño dejó claro que jugará un papel clave en el campeonato.