La victoria de Estados Unidos sobre Inglaterra (1-0) en Brasil 1950 es aún hoy recordada como uno de los resultados más sorprendentes de la historia de los mundiales. Con un equipo formado por jugadores aficionados cuyas actividades profesionales iban desde repartir el correo hasta conducir coches fúnebres, los norteamericanos se impusieron a una selección plagada de leyendas como Stanley Matthews, Alf Ramsey y Bert Williams. El autor del solitario gol fue Joe Gaetjens, un haitiano que estudiaba contabilidad en la Universidad de Columbia y se ganaba la vida fregando platos en un restaurante.

Convertido en una celebridad en su país, Gaetjens volvió a Haití tras una corta y frustrante experiencia en la liga francesa. Cuando en 1957 François 'Papa Doc' Duvalier se hizo con el poder, los hermanos del futbolista se exiliaron y participaron en grupos de oposición al régimen, pero Joe decidió permanecer en Puerto Príncipe. Allí fue arrestado en julio de 1964 por la policía secreta de Duvalier -los temibles Tonton Macoutes- y ya nunca se lo volvió a ver. Ni con vida ni sin ella.

No es, pues, de extrañar que los jugadores de la selección haitiana clasificada para la fase final del Mundial de 1974 se sintieran algo confusos cuando, en una recepción oficial celebrada justo antes del viaje a Alemania, el dictador Jean-Claude 'Baby Doc' Duvalier, hijo y heredero político de Papa Doc, les instara a seguir los pasos de Joe Gaetjens.

De hecho, uno de los miembros de la expedición, el centrocampista Ernst Jean-Joseph, estuvo a punto de seguirlos hasta el final.

Cinco goles anulados

La clasificación de Haití para el Mundial 74 se había producido en unas circunstancias algo raras. Baby Doc, que había accedido a la jefatura del Estado en 1971 con apenas 19 años, movió hilos para conseguir que el torneo hexagonal de la Concacaf del que debía salir una plaza para Alemania se celebrara en Puerto Príncipe. Una vez logrado su objetivo, siguió moviendo hilos. En el partido decisivo, que enfrentaba al combinado haitiano con Trinidad y Tobago, el árbitro salvadoreño José Roberto Enríquez anuló cinco goles al equipo visitante, al que también escamoteó dos penaltis claros. Haití ganó 2 a 1. Enríquez no arbitró nunca más.

El 15 de junio de 1974, la selección haitiana debutó en la Copa del Mundo enfrentándose a la subcampeona, Italia. Si algún día topan con un científico capaz de convertir un DeLorean en una máquina del tiempo, no lo duden: viajen a aquel día y apuesten a que el partido llegará al descanso con empate a cero. Ganarán mucho dinero. Y luego doblen la apuesta y juéguenselo todo a que Haití será quien abra el marcador. Porque eso es exactamente lo que ocurrió.

Los sorprendidos italianos lograron reaccionar, y acabaron imponiéndose por 3-1, pero el equipo caribeño se ganó el respeto del mundo futbolístico. Hasta que llegó el control antidopaje.

Los elegidos para someterse al análisis fueron el autor del gol, Emmanuel Sanon, y Ernst Jean-Joseph. En la orina de este último se detectó la presencia de Phenylmetrazin, una sustancia prohibida. El jugador se defendió alegando que tomaba un medicamento para contener las crisis de asma, pero, en una increíble comparecencia, el médico de la delegación haitiana le desmintió públicamente y le acusó de no ser "suficientemente inteligente". Jean-Joseph se convirtió en el primer expulsado de un Mundial por dóping.

Una paliza camino del aeropuerto

Lo que sigue es una película de terror. A plena luz del día y a la vista de los periodistas reunidos en el hotel de la expedición de Haití para seguir el caso, Ernst Jean-Joseph fue secuestrado por agentes de la policía política de Duvalier, golpeado brutalmente y conducido al aeropuerto para tomar un vuelo con destino a Puerto Príncipe. Atenazados por el miedo y la preocupación, sus compañeros perdieron su siguiente partido, contra Polonia, por 7 a 0. A fin de paliar la incertidumbre de los jugadores, la federación obligó a Jean-Joseph a ponerse en contacto telefónico con ellos para garantizarles que estaba vivo. A continuación, el centrocampista fue sometido a un juicio exprés y condenado a dos años de reclusión por "haber deshonrado al país". Según varios testimonios, en prisión sufrió nuevas torturas.

La escasez de futbolistas de nivel en el desdichado país caribeño debía de ser de aúpa, porque en cuanto recuperó la libertad, Jean-Joseph fue convocado para disputar con su selección los partidos de clasificación de Argentina-78. Pero en esta ocasión no sonaron ni la flauta ni el silbato de un árbitro corrupto. Haití no ha vuelto a jugar un Mundial.