En fútbol profesional hay multitud de circunstancias que muchas veces impiden que podamos entrenar todo lo que nos apetezca en el verde .

La disponibilidad de los jugadores y la mesura que debemos tener con las cargas de entrenamiento en semanas en las que se juegan tres partidos, es una de ellas.

Para mí, una de las herramientas más efectivas es el entrenamiento a través del visionado de imágenes de entrenamientos, de partidos propios y del rival. Dicho así, podemos tener la percepción equivocada de un colectivo de jugadores aburridos en interminables sesiones de vídeo, y de aquí parte el error. Es el cuerpo técnico el que tiene que invertir días y horas en filtrar las imágenes.

Al jugador debe llegarle una información concisa e individualizada de qué le solicitamos en el partido y en qué debe mejorar y qué está haciendo bien.

En semanas de tres partidos la competición se prepara y hasta se entrena (habrá jugadores fundamentales con golpes y sobrecargas) de forma visual.

A esta necesidad de mejora individual habría que añadir la problemática de los entrenadores con los idiomas. Hoy día entrenamos jugadores que hablan varias lenguas distintas y es mediante el uso de imágenes una de las posibilidades de asegurar que nuestro mensaje llega al jugador. También es posible trabajar con información visual en la propia competición. Es posible en el descanso del partido seleccionar y filtrar lo más importante del primer tiempo para ofrecérselo a cada jugador. Por tanto cualquier mínimo detalle marca la diferencia y contribuye a la consecución de resultados.