La sonrisa más cautivadora de la historia del Barça ha vuelto al Camp Nou, el estadio que hizo levantar en infinidad de ocasiones y que le aclamó como a una de sus grandes leyendas. Porque eso es Ronaldinho, un futbolista irrepetible (Messi a parte), que en el 2003 cambió la historia del club, haciendo girar un "círculo virtuoso", en palabras del entonces presidente Joan Laporta, que aún sigue dando vueltas para felicidad de los culés.

Ronaldinho ha vuelto al Barça para convertirse en su nuevo embajador, un cargo que ha asumido en un acto solemne, en la 'llotja' Josep Suñol del estadio, junto al presidente Josep Maria Bartomeu, y solo abierto para los medios del club. "Me siento muy emocionado y contento de volver a mi casa. Estoy orgulloso de recibir esta invitación para representar al club y a partir de ahora lo intentaré hacer de la mejor manera para llevar el nombre del Barça lo más lejos posible", ha explicado Ronaldinho.

PARTIDOS CON LOS VETERANOS

La nueva tarea de la exestrella azulgrana no se limitará solo a la representación en actos y acontecimientos sino que estará ligado a la labor de la fundación y al proyecto 'Legends', el equipo de veteranos que participa en torneos por medio mundo difundiendo los valores de la entidad. "Pocas personas pueden decir que son embajadores del Barça, es un honor para mí y para mi familia", reiteró Ronaldinho, que explicó que próximamente cederá al Museu del Barça el Balón de Oro que conquistó en el 2005. "Es el mejor sitio donde puede estar. Estaré muy contento de que se quede aquí".

Aunque primero tendrá que convencer a su madre, Doña Miguelina, quien ha convertido su casa de Porto Alegre en el santuario donde se exhiben todos los trofeos y objetos que atesoró Ronnie a lo largo de su carrera. "Aquello también es como un museo", bromeó Ronaldinho, que no quiso mostrar sus preferencias cara al duelo de octavos de la Champions entre el PSG y el Barça. "He jugado en los dos equipos. Será un partido muy lindo. A ver qué pasará...", ha manifestado echando mano de la diplomacia de embajador. Una postura comedida que nada tiene que ver con lo que era Ronaldinho en el campo: magia y, sobre todo, alegría. Justo lo que devolvió al Barça con su eterna sonrisa, su vestimenta informal y el símbolo surfero que institucionalizó nada más aterrizar en el Camp Nou.

EL GOL DE MADRUGADA

"Ronaldinho es mucho más que un futbolista. Nos dio una proyección mundial", destacó Bartomeu, que, como todos los barcelonistas, recuerda el primer gol de Ronaldinho con el Barça, contra el Sevilla, cuando el grito del Camp Nou hizo tambalear ya de madrugada los cimientos de la ciudad. Fue su primera obra de arte en el Camp Nou. Su otro gran legado, indiscutiblemente, fue apadrinar con mimo la irrupción de un argentino con melena. "A mí siempre me han gustado más las asistencias que los goles", afirmó Ronaldinho.

Y uno de esos pases fue para Messi, para que se estrenara como goleador del primer equipo. Y tras marcar al Albacete, Leo se subió a la espalda de su entonces maestro. "Es una foto que me encanta. En ese momento empezó una nueva historia del fútbol. Venía el monstruo", dijo Ronaldinho, feliz por formar parte de ese instante y porque ahora un brasileño, Neymar, ocupa su lugar junto al mejor de la historia. "Ney es el gran ídolo de Brasil y un día será el más grande. Antes que yo pasaron Romário, Ronaldo, Rivaldo, yo dejé la puerta abierta a Neymar. Seguro que hará historia en el Barça".

MÁS SURFERO QUE FUTBOLISTA

También contento se mostró Luis Enrique por el fichaje de Ronaldinho. "Yo que tuve la oportunidad de compartir vestuario con él, me parece muy bien. Fue uno de los pioneros en cuanto a la alegría, a la percepción de disfrutar del fútbol en una época en que no había alegrías", destacó el entrenador asturiano, que recuerda la "sonrisa de un jugador que parecía más un surfero que un futbolista".

También Pep Guardiola habló de Ronnie desde Manchester. "Fue un jugador excepcional. Hacía tiempo que había decidido dejar el Barça", explicó para recordar que su llegada como entrenador coincidió con la marcha del brasileño. Fueron cinco años inolvidables y, sobre todo, de mucha alegría.