Es grande. Muy grande. Este equipo de corazones, de motores por los que no pasan los kilómetros, de hombres de palabra y compromiso, dio ayer una nueva lección de nuevo fútbol. De ese en el que no vale el dinero, ni los grandes jugadores; el que premia el trabajo y el sacrificio. El partidazo de Sarmiento, infiltrado, con un tobillo lesionado de gravedad, o los veinte minutos de Jesús Lanza, al que el dolor en un abductor le sacó del entrenamiento entre lágrimas, son el mejor ejemplo. Así es la Segunda B, y si el Lucena cumple su sueño, lo hará con lo que ha construido en estos dos últimos años. Un club sin mecenas, sino que funciona gracias a personas trabajadoras y hasta desempleadas, de gente humilde, le sacó los colores a toda una Ponferradina, con casi dos millones de euros de presupuesto. Y eso ya es suficiente para que en Lucena se sientan orgullosos de sus futbolistas, su cuerpo técnico y su junta gestora, y para que salga más de un autobús con destino a Ponferrada el próximo sábado. El "¡sí se puede!" de la afición lucentina debe escucharse con fuerza en El Toralín.

Lo que hizo ayer el Lucena tiene muchísimo mérito. La Ponfe tiene un equipazo, aunque por momentos no lo pareciera. Los Yuri, Acorán, Samuel o Máyor intimidan solo con tocar el balón. Pero el césped artificial se les atragantó a los de Claudio, que nunca estuvieron cómodos. Dos saques de esquina de los locales, el último al palo, y una internada de Quini entre dos defensas fueron el preludio de un partido para la historia, pase lo que pase en tierras leonesas.

Un cabezazo de Germán que despejó Orlando a córner sirvió para que la afición creyera en que era posible ganarle a un equipo que la pasada temporada jugaba en la categoría de plata. Los blanquiazules se resarcieron con una contra tras fallo al alimón de Rubén Cuesta y Curro Vacas, pero lo jugada no llegó a la portería de Vargas.

La Ponfe hizo valer su potencial intentando controlar el partido ante el aluvión de los locales. Lo hizo tocando y así creó peligro. Avisó Máyor, que se marchaba de su marcador con suma facilidad. Le respondió Javi Lara con un disparo desde muy lejos. Pero definitivamente los leoneses no se adaptaban al seco terreno de juego sintético.

Sin embargo, le bastaba con la pólvora que tiene arriba. A punto estuvo Yuri de culminar un contragolpe que abortó Germán cuando el brasileño se marchaba solo. De nuevo, una réplica celeste, esta vez de verdadero peligro. Quini disparó con la zurda sin oposición y Orlando hizo la parada de la tarde.

La Ponferradina seguía a lo suyo. No tenía el balón porque le era imposible controlarlo, pero no le hacía falta. En el prólogo del 0-1, Acorán se marchó por la derecha y cedió la pelota a Yuri que remató de espuela. Entre Vargas y Curro Vacas la pararon. No faltaban ocasiones, pero el fútbol era aburrido. No era el Lucena que conocemos ni tampoco la Ponferradina que nos habían contado. Los visitantes encontraron su gol gracias a la estrategia.

Entre Isaías y Acorán le prepararon el tanto a Yuri, que no falló en boca de gol.

Por momentos, el Lucena cayó en el juego del rival, que presionaba muy arriba con Yuri, Acorán y Máyor, obligando a Vargas a sacar en largo. Los saques de esquina de Javi Lara y Rubén Cuesta sacaron del atolladero a los celestes. Curro Vacas tuvo la primera de chilena y en la segunda, no falló. Lara la puso al segundo palo y allí apareció la cabeza del cordobés para establecer el empate. Entonces, el Lucena se fue arriba y metió miedo a su rival animado por una afición entregada hasta que el árbitro mandó a los jugadores al vestuario.

La salida de los celestes fue también fulgurante y, poco a poco, fueron encontrándose con su estilo. Metieron a la Ponferradina en su campo, empezaron a jugar en largo y, sobre todo, Javi Lara y Quini empezaron a asociarse.

Y salió Jesús Lanza, que tenía que jugar aunque fuera a rastras. Fluía el fútbol con el zurdo en el terreno de juego. A la vez, Quini se entonó, sacando esa varita mágica, ese "parece que me la quitan pero me la quedo", esas jugadas de ensueño, sacando siempre algo positivo, anulando al contrario. A punto estuvo el de Fernán Núñez de aprovechar un fallo de Orlando al atrapar un balón.

El héroe fue de nuevo Curro Vacas. El central emergió entre la zaga blanquiazul, ayer de negro, para remachar el 2-1 tras un saque de esquina de Jesús Lanza llevando el éxtasis a las gradas del Ciudad de Lucena. La garra, el pundonor, la fuerza y el coraje podían con un equipo para el que todo lo que no sea ascender será un fracaso.

Quedaban aún veinte minutos de sufrimiento que se hicieron eternos, incomprensiblemente, para laPonfe , ahogada, asfixiada y acalambrada ante la demostración de juego de los locales.

El mejor: Curro Vacas

El central celeste marcó los dos goles que permiten a su equipo seguir soñando. Para recordar.

Goles: 0-1 (32') Isaías saca una falta, Acorán mete el balón en el área y Yuri marca a placer en boca de gol. 1-1 (41') Curro Vacas, de cabeza, a saque de esquina de Javi Lara. 2-1 (74') Curro Vacas remacha sin oposición una pelota peinada por un compañero tras un córner botado por Jesús Lanza.

Arbitro: Carbonell Hernández, del colegio valenciano. Mostró la cartulina amarilla a Germán, por el Lucena, y a Samuel, por la Ponferradina.

Incidencias: Partido de ida correspondiente a la segunda ronda de la fase de ascenso a Segunda División A, disputado en el estadio Ciudad de Lucena. Unos 3.500 espectadores presenciaron el encuentro en las gradas, 200 de ellos llegados desde Ponferrada.