0 - Córdoba: Juan Carlos; Gunino, Íñigo López, Pantic, Crespo (Pinillos, min. 10); Luso (Borja García, min. 46), Abel; Fede Cartabia, Rossi, López Silva (Xisco, min. 69); Ghilas.

0 - Deportivo: Fabricio; Laure, Lopo, Sidnei, Canella (José Rodríguez, min. 63); Juanfran, Wilk (Álex Bergantiños, min. 84), Medunjanin (Juan Domínguez, min. 74), Luisinho; Cavaleiro y Hélder Postiga.

Árbitro: Antonio Miguel Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Expulsó a Helder Postiga por doble amarilla en el minuto 28. Amonestó a los locales Luso, Pinillos e Íñigo López.

Incidencias: Partido de la undécima jornada de la Liga BBVA disputado en El Arcángel ante unos 15.000 espectadores.

El mal no estuvo ayer en El Arcángel, por más que hubiera miradas animosas e incluso compasivas en el pasado inmediato llamando a momentos mejores, incluso buenos. No. El mal no llegó traído circunstancialmente por la niebla que abrazó El Arenal cuando el encuentro ante el Deportivo de La Coruña moría. La enfermedad comenzó recién entrado el verano y, semana tras semana, el enfermo no ha hecho sino empeorar. Sí, los familiares, los allegados, los que solo tiene corazón para con él desean ver que el centro de su preocupación ha abierto un ojo, ha movido una mano o incluso ha sonreído para trasladar ese síntoma puntual al terreno de la mejoría, anhelar entenderlo (corazón caliente, cabeza ida) como el primer paso para empezar a ver el sol, para notar algo de calorcito anímico que termine con un paseo por el parque. Hasta que, de nuevo, el enfermo queda inerte y se comprueba que continúa con una mínima vida porque el monitor cardíaco así lo manifiesta. Y se vuelve de nuevo a la causa del mal. A la dura realidad, guste o no. Golpee dolorosamente o provoque un ademán de rebeldía ante una situación injusta.

Por ese proceso volvió a pasar anoche (y van...) El Arcángel, casi 16.000 personas que vieron a un Córdoba que por momentos les recordaba incluso al equipo del anterior inquilino del banquillo. Y pensando así solo queda volver a la verdad, sin trampas ni apariencias: está claro que no se mejora al enfermo cambiando solo de médico.

Djukic intentó una vuelta de tuerca... Para hacer regresar al conjunto blanquiverde a lo de hace mes y medio. Volvió a meter a Gunino por la banda derecha, rescató a López Silva (había disputado 66 minutos en las últimas ocho jornadas, lesión mediante) y montó un trivote que merece un paréntesis: hace más de un año, el Córdoba iniciaba la Segunda con tres jugadores por dentro: Luso, Abel y Caballero. Empezó aseadito, se avisó de que ese triángulo caería. Y cayó. Anoche, la variante era la del italiano por el de Vallecas. Y poco más que añadir, salvo comprobar que este Córdoba tiene menos fútbol que la selección nacional de gimnasia rítmica.

Se encontró el conjunto cordobesista con un rival pobre que, además, acudía con bajas más que significativas. A pesar de ello, logró igualar la contienda. El primer cuarto de hora solo dio para un acercamiento para cada uno de los contendientes, pero en una falta lateral botada por Fede Cartabia, Mateu Lahoz señaló penalti a favor del Córdoba por un empujón de Postiga sobre Pinillos. La pena máxima la lanzó Fede Cartabia, pero Fabricio le adivinó el lanzamiento realizando un paradón. Acusó el golpe anímico el conjunto local, pero Mateu le hizo venirse arriba: en una falta intrascendente en el centro del campo, Iñigo López y Postiga tuvieron un pique y el colegiado resolvió con amarilla para ambos, que era la segunda para el portugués. Con una hora por delante, y a pesar del penalti a favor fallado, al Córdoba se le ponía el encuentro cuesta abajo. Pero fue un deseo, una leve sonrisa del enfermo. Ese último cuarto de hora del primer acto estuvo marcado por el tedio y tan solo un pase de Abel a la espalda de la defensa rival hacia López Silva y Ghilas hizo que el público mirara al césped. Sidnei tocó lo justo para que Fabricio se hiciera finalmente con el balón, sin problemas.

Djukic, que ya en el inicio del encuentro tuvo que realizar el primer cambio al lesionarse Crespo y ante un rival en inferioridad, insistió con la defensa de cuatro, dejó a Luso en el banquillo y sacó a Borja García, con lo que el doble pivote lo formaban Abel Gómez y Rossi. En todo caso, el desorden por dentro persistió y el Córdoba tan solo tuvo diez minutos, del 53 al 63, en los que la inclusión del mediapunta provocó alguna duda en las dos líneas de defensa deportivista. Borja fue el protagonista de esos minutos, con un disparo que despejó bien Fabricio y cuyo rechace alojó en la red López Silva, aunque en fuera de juego. Poco después, de nuevo el 18 peinaba un balón al que no llegaba por poco Abel Gómez y en el 55, López Silva enviaba una de sus típicas roscas que no encontraban la jaula de Fabricio. Ya en el 63, de nuevo Borja remataba, cayéndose, un centro de Gunino tras habilitarle Fede Cartabia. Víctor Fernández dio entrada a José Rodríguez por Canella, con lo que retrasaba a Luisinho. Y esa banda, productiva durante esos 10 minutos, desapareció para el Córdoba hasta el final.

Pudo apostar el técnico blanquiverde por Fidel que, en cualquier caso, se encuentra en mejor estado de forma que López Silva, pero el serbio optó por el físico. Introdujo primero a Borja por Luso buscando más toque y, al ver que apenas dio para esos minutitos, cambió de plan y buscó el fútbol directo. Lógicamente, la cosa fue a peor. De hecho, los últimos 20 minutos solo sirvieron para comprobar cómo el Depor iba controlando más y más el encuentro hasta abortar cualquier posibilidad de arreón final. Progresivamente, la grada fue calentándose a medida que veía cómo el enfermo volvía a estado vegetativo, sin capacidad de reacción y mostrando un encefalograma completamente plano.

La esperanza para este Córdoba en Primera solo reside en reproducir nada menos que hasta en cuatro ocasiones el grancanariazo del 22 de junio antes de que llegue el parón invernal y tener así posibilidad de sembrar y regar para el futuro, que sigue vislumbrándose negro. Porque anoche volvió a demostrar que donde no hay mata, no hay patata.