Ocurrió hace ocho años, también en Melbourne, también en el Open de Australia. Fue uno de los momentos más emocionantes de la gran rivalidad entre Roger Federer y Rafa Nadal. "God, is killing me" ("Dios, me está matando"), acertó a decir el suizo entre lágrimas tras haber perdido la final de aquel torneo.

Nadal se erigió en la bestia negra de Federer y aquel triunfo fue un punto culminante que acabó con la entereza del suizo. El mallorquín le ganó en otro duelo titánico de cinco sets y Federer se derrumbó, dolido por la derrota, en la ceremonia de entrega de trofeos. No pudo aguantar los sollozos en mitad de su discurso, cuando pronunció la célebre frase.

Tras recibir su copa de campeón, Nadal se le acercó para consolarle y le dijo: "Recuerda que eres un gran campeón. Eres uno de los mejores de la historia y seguro que vas a batir los 14 (Grand Slams) de Sampras", cosa que ha sucedido con creces.