En Inglaterra y Austria fue culpa suya, sí, errores que le costaron salir desde mitad de la parrilla, pero Lewis Hamilton ya ve fantasmas tras dos cronos consecutivas con problemas mecánicos.

La semana pasada le reventó un disco de frenos; ayer, una fuga de gasolina envolvió su coche en llamas. Siniestro total. Los mecánicos de Mercedes no tuvieron más remedio que saltarse el parque cerrado para construir un nuevo coche.

Así que el campeón del 2008 arrancará desde el pit lane , una desgracia para él, y una bendición para los espectadores, que disfrutarán con su remontada incluso en un circuito donde adelantar es complicadísimo, el segundo más difícil del Mundial tras Mónaco, claro. Su compañero, Nico Rosberg, tiene así, de nuevo, el camino despejado para manejar la carrera a su antojo arrancando desde la pole por delante del Williams de Valtteri Bottas y el Red Bull de Vettel. Por primera vez este año, el campeón se siente cómodo con el coche y por eso, quizá, clasificó por delante de Daniel Ricciardo. Fernando Alonso, justo detrás, tiene difícil atacarles, puesto que él a su vez será atacado por el Williams de Felipe Massa.

"Estoy feliz a medias porque me gusta luchar y la avería de Lewis (Hamilton) lo ha impedido", dijo Rosberg. Hamilton se lamentaba, "realmente no puedo creérmelo, no hubo nada que pudiera hacer. Pensé que podríamos llegar al garaje, pero luego vi que mis espejos reflejaban un auténtico incendio".

Dos averías seguidas. Primero, un disco reventado y, ahora, una fuga de gasolina en la primera vuelta de la crono definitiva. Y Hamilton ya no cree que solo sea una cuestión de fortuna. "Se está llegando a un punto en el que eso está más allá de la mala suerte, como equipo tenemos que hacerlo mejor", dijo con acritud.

Abandonó el circuito pensando en la forma de acudir hoy con una mentalidad positiva a Hungaroring, donde ha ganado en cuatro ocasiones. De ahí que Hamilton tire de mística: "Tengo que ver cómo le doy la vuelta esta noche a la situación", dijo al abandonar la pista.