Sería la tensión. O esa sensación de alegría al ver a El Arcángel empujando a los suyos como hacía tiempo que no se oía. El caso es que parecía haber más gente de lo que era normal en el 2017. Recordémoslo. Recientemente se hicieron cuentas y la media de asistencia en la segunda vuelta no llegaba a los 10.700 espectadores. De hecho, unos días después visitaba el coliseo ribereño el Mirandés, en un partido vital para la salvación. Y la asistencia continuaba cayendo, ya que no se llegó a los 10.400 espectadores. Más de 5.000 abonados, uno de cada tres, se quedaban en casa desde el nuevo año, ya que el club informó de que eran 15.755 los cordobeses que acudieron en verano a la llamada de una temporada que debía ser la del ascenso. O de repetir, al menos, el play-off.

Lo más curioso es que, minutos antes de comenzar el encuentro contra el Reus, el club anunció que colgaba el cartel de «no hay billetes». El aforo de El Arcángel ronda los 21.500 espectadores y, también el mismo Córdoba aseguró que se dieron cita para la final ante los tarraconenses 13.750 aficionados, según la cifra que facilitó a la Liga de Fútbol Profesional.

Por lo tanto, casi 8.000 ausencias, a pesar de que era difícil ver, in situ, esos 8.000 asientos vacíos. Pero ateniéndonos a las cifras y tomándolas como válidas, 7.750 abonados no estuvieron el sábado en El Arcángel. Es decir, que de los 15.755, apenas 8.000 siguieron siendo fieles, a pesar de todo y con todo lo que está cayendo en la actual temporada.

Si el absentismo del abonado es más que preocupante, no lo es menos el de la ciudad en sí, porque ¿quién no se hubiera apuntado, no ya en el último lustro, sino en la última década a un partido gratis en El Arcángel? Los abonados podían llevar a un familiar o a un amigo gratuitamente. Y los que no lo fueran tenían dos entradas a cinco euros. Es decir, entrar a El Arcángel por dos euros y cincuenta céntimos. Siempre ateniéndonos a las cifras oficiales, ese «pasen y vean» que organizó el Córdoba para el sábado fue aprovechado por poco más de 5.000 personas. Obviamente, es un indicativo -para el que quiera escucharlo- de que si se trata al fútbol simplemente como un espectáculo y a los que van a él como vulgares clientes debes estar siempre arriba, siempre en éxito, siempre con los focos encendidos. En caso contrario, y bien que lo saben empresarios de todos los ramos, no acude el público ni siguiera gratuitamente. El caso del sábado ante el Reus fue una demostración -más- de que el espectáculo -por llamarlo de alguna manera- de cada dos semanas en El Arcángel no atrae a la ciudad e incluso aburre a la mitad de la masa social. De nada ha servido el paso por Primera División. Porque esos 8.000 seguirán pasando cada verano por las taquillas del estadio, sean cuales sean los rivales, sea cual sea la categoría.

La desbandada continúa y el próximo verano habrá un reto, casi tan grande como el deportivo, en evitar el bajonazo de abonados. Incluso en Segunda División. Sería el último coletazo de una Primera desaprovechada.