Nabil Ghilas llegó ya con la temporada empezada. Cuando aterrizó en El Arcángel sorprendió su complexión, no solo por los músculos, sino porque se le notaba pasado de peso. Demasiado. Sin embargo, cuando debutó en el Juegos Mediterráneo demostró que los kilos de más no le pesaban para sprintar, aunque el físico podía ser un lastre y multiplicaba el riesgo de lesión.

Ghilas se lo tomó en serio y bajó hasta 6 kilos, según él mismo reconoció. No tardó en quitarle el puesto a Havenaar y a relegar a Xisco a un tercer plano. Pronto se convirtió en el máximo goleador del equipo. Después, Djukic decidió desplazarlo a la banda con Florin en punta. El equipo funcionó. Daba buenas sensaciones.

Mientras el Córdoba transmitía buenas sensaciones e invitaba a la esperanza de la salvación, Ghilas se llevaba un fiasco con Argelia. Tras sumar algunas convocatorias y ser citado para Brasil, el punta fue descartado de la lista definitiva de Christian Gourcuff para la Copa Africa. Entonces se publicó que la relación del seleccionador con el punta no era la idónea.

Cambio y derrotas

Pero las derrotas empezaron a sucederse y el compromiso y la implicación comenzaron a quedar cuestionados, especialmente, por parte de los cedidos. Y entonces llegó la mala noticia: parranda tras la dolorosa derrota ante el Valencia que dejaba al equipo hundido en la tabla. Djukic lo dejó sin viajar a Cornellá por ser un referente para el equipo y por salirle respondón al serbio. Después llegó la derrota, aún más dolorosa, ante el Getafe. Y Ghilas acabó encarado con la grada, que le recriminaba su actitud dentro y fuera del campo. Tenía mucho que decir y no era, precisamente, lo que se esperaba de él. No hizo gran cosa ante los azulinos y tampoco estuvo especialmente activo en La Rosaleda.

Tocaba el veredicto del tercer entrenador del Córdoba de la temporada, José Antonio Romero, que lo dejó fuera de la lista alegando un edema en el pie. Lo cierto es que al argelino se le vio entrenando con total normalidad y que el repentino dolor en el tobillo le surgió en la última sesión, antes de viajar a San Sebastián, cuando a se retiró a mitad del entrenamiento. Todo hace pensar que ya era consciente de que el nuevo técnico, presumiblemente, no lo iba a poner contra la Real.

Esta semana ya ha vuelto a entrenar con el grupo.

Ghilas, cuya calidad es incuestionable, si tuviera la cabeza como los pies... probablemente no estaría en el Córdoba.