Llegó ayer Riaji solo desde Málaga, con el deseo de presentar sus respetos a la familia de Juanín como único equipaje. Y se marchó a la que fue la casa del eterno 8 en los 60. Allí no supieron darle referencias de su residencia actual, por lo que se marchó a El Arcángel. "Estaban todos los pasillos muy oscuros, no veía a nadie". Un empleado le salió al paso y Riaji tuvo que explicarle quién era, algo "muy triste. Después, una señorita me consiguió el teléfono de José Luis Navarro, así que me bajé de nuevo, cogí el taxi, le llamé y aquí estoy". "No me gusta lo que veo y lo que me comentan del club. Si el presidente no sabe, pues que aprenda, que hay muchos jugadores que pueden ayudarle. Si él se deja, claro", comentaba ayer. "Es otra época, me parece más frío, aunque en Málaga es muy diferente. En aquellos años, aquí, nos llevaban incluso a una finca, invitados por un aficionado, ¡a tirar al pichón!", comenta, aún sorprendido. "Recibíamos mucho cariño de todos; otro aficionado nos hacía paellas casi todas las semanas y también recuerdo que era la etapa de El Cordobés, con el que también coincidíamos mucho". También intentó, en el 94, llevarse a Di Stéfano como entrenador de Arabia Saudí. Luego, a Pereda, "pero pedía mucho dinero". Riaji resume aquellos tiempos en Córdoba. "Se respiraba mucho fútbol, había unión entre afición, equipo y directiva". Una época muy diferente.