El Córdoba de José Ramón Sandoval ha realizado una proeza de difícil parangón. Históricamente, ningún equipo ha remontado 13 puntos para salvarse desde que los partidos valen tres puntos. Solo el Girona de la 2011/12 y el Poli Ejido de la 2001/02 se acercan, pero no llegan a las cifras de los blanquiverdes. Además, esa remontada ha tenido el efecto lógico en las posibilidades de salvación o probabilidades de descenso, lógicamente. Hace algo más de dos meses, las opciones de permanencia para los de Sandoval se cifraban en algo más del 32%, mientras que en la actualidad están en el 88,54%, una cifra altísima, ciertamente, aunque tirando de hemeroteca y más concretamente en el pasado cordobesista, la confianza es imposible a pesar de esas altas opciones de salvación.

Sólo hay que irse a una fecha de la que se va a cumplir próximamente una década. El 15 de junio del 2008 el Córdoba se jugaba la vida en Anoeta, ante la Real Sociedad, que aspiraba a regresar a Primera pero tenía dos enemigos, además del Córdoba: el Sporting de Gijón, precisamente, que terminaría ascendiendo, y el Málaga, que también terminó en Primera. Los donostiarras, entrenados entonces por Juanma Lillo, habían caído la semana anterior en Vitoria, ante un Alavés que se jugaba la permanencia, entre otros, con el Córdoba, por lo que la Real tenía pocas esperanzas de conseguirlo, a pesar de que una victoria le daba opciones a subir.

El Córdoba llegó con el agua al cuello. Con José González en un banquillo que había sido ocupado previamente por Paco Jémez, los blanquiverdes acudieron a Anoeta con un lío parecido al que hoy se presenta en la clasificación. Entonces, el Córdoba, el Albacete y el Xerez sumaban 49 puntos, el Cádiz y el Alavés, 48, y el Racing de Ferrol, 47. La victoria, como en la actualidad le ocurre al Córdoba de Sandoval, le garantizaba la permanencia. Y ante un empate había que realizar cábalas.

Los porcentajes de probabilidades para unos y otros eran más que llamativos vistos los resultados finales: el Alavés, que terminó salvándose, tenía antes de la última jornada un 46,64% de opciones de salvarse, por lo que tenía más opciones de descenso, un 53,36%. De hecho, los vitorianos eran los segundos que peor lo tenían, detrás del Racing de Ferrol, que terminó descendiendo.

El Cádiz tenía un 63,37% de opciones de salvación, pero terminó perdiendo la categoría cuando tres meses antes se especulaba en la capital gaditana con la posibilidad de luchar el ascenso al haber enganchado una racha que le metió entre los ocho primeros.

Finalmente, los porcentajes de probabilidades de permanencia hacían sonreír a más de un cordobesista. El Córdoba de González tenía un 95,20% de probabilidades de salvación, por lo que sólo en un 4,80% de opciones se contemplaba el descenso de los blanquiverdes.

Por si fuera poco, las matemáticas afirmaban que, en caso de que el Córdoba lograra un empate en Anoeta, sus opciones de salvación eran nada menos que del 98,77%, por lo que sólo se descendía en el 1,23% de las probabilidades. De hecho, el Córdoba tenía más posibilidades de permanencia aún perdiendo que el Córdoba actual en general. En caso de derrota, aquel equipo blanquiverde tenía el 86,83% de opciones de salvación, es decir, un 13,17% de posibilidades de descenso.

Ese 1,23% fue al que apeló el Cádiz en el Rico Pérez de Alicante y lo tuvo en la mano, con aquel penalti en el minuto 97 que Abraham Paz estrelló en el palo derecho de Sanzol, portero herculano. En esa madera se concentró ese 95,20% de opciones de salvación del Córdoba.

Una experiencia de la que debe tomar nota el Córdoba actual: solo el triunfo otorga al 100% la salvación.