La última mañana del Córdoba, esta semana en la ciudad, fue gris, fría y húmeda. No invitaba el ambiente a moverse del brasero. Mucho menos a irse a campo abierto, a una ciudad deportiva en la que uno de los canes vagabundos que viven en su cercanía se atrevía a cruzar el rectángulo de entrenamiento en plena sesión. Pepe Mansilla le lanzó un balón al galgo, que apenas se inmutó, mostrando nulo interés en permanecer allí y sí en buscar refugio ante un día tan desapacible. No era un día para fiestas, sobre todo después del análisis del mercado invernal que realizó, 24 horas antes, el director deportivo. Un Emilio Vega que comentaba la situación, junto a Luis Carrión, en un destartalado banquillo.

Un aficionado, «el socio número 62», comentaba lo preocupante del club, no ya del equipo. Del propio club. «Es que viene mi hijo del extranjero para comprar un chándal y no hay nada en la tienda oficial. No tienen prendas de Kappa», por lo que terminó lanzando una frase que se está haciendo tristemente habitual: «Como bajemos a Segunda B, conmigo que no cuenten, que yo soy socio desde el año 1961. Es más, me lo estoy pensando en caso de seguir en Segunda. Ya está bien». Sin enfado, sin tensión, sin indignación. Preocupación y pena. Palabras grises, como el día.

Quizás por eso, la rueda de prensa de Luis Miguel Carrión, casi un par de horas después, no fueron tristes, pero sí tenían una carga de sinceridad que se agradece en un club que cada vez más es de cartón-piedra.

Había que preguntarle sobre su futuro, aquel que están redirigiendo sus propios mandamases. «No lo sé. No sé qué puede pasar. No soy tonto, sé que un entrenador vive de resultados. Y hay que ganar. Hay que hacer las cosas bien. No es lo mismo perder un día u otro. Hay que hacer un buen partido, tratar de ganar y no tendremos que pensar en mi situación personal», deseó el catalán, que no olvidó la realidad: «Estamos a tres del descenso, hay que salir de ahí para subir posiciones. Yo, cada semana voy a trabajar lo mismo, esté como esté».

No lo dijo, pero sí dejó entrever cómo están las cosas en el vestuario, en donde más de un componente duda de la capacidad de la plantilla para salir de la zona en la que se encuentra instalado el equipo. «Los ánimos, siendo sinceros, es como todo. Cuando ganas tienes que estar centrado en la euforia, pero en las malas rachas es diferente y tienes que tratar también de estar estable. Cuando ganas, no puedes pensar que eres el mejor, y cuando pierdes, tampoco puedes pensar que está todo perdido». Carrión sabe bien de lo que habla, porque incluso cuando se trata de inculcar a sus jugadores lo que quiere admite, implícitamente, la dificultad. «Me gustaría tener a 23 tíos que sean valientes y quieran pensar como yo. Creo que es lo que hay que trasladarles, aunque no es fácil porque cada uno está en su zona de confort».

Por lo tanto, el aún entrenador del Córdoba reconocía que además del problema físico y del táctico existe, lógicamente, un problema de moral, de dudas, de preocupación, que se retroalimentan y que tienen como origen esas dos pírricas victorias en las últimas 16 jornadas.

Incluso un recuerdo brillante del pasado relativamente reciente del Córdoba que hizo el actual técnico blanquiverde sonó con una carga notable de melancolía. «Yo recuerdo con mucha alegría la etapa de Paco, porque el equipo jugaba alegre, que igual perdía, pero tenía 14 ocasiones en un partido y producía emoción. Eso es lo que nosotros vamos a intentar. A mí me gusta que mi equipo gane haciendo cosas buenas», insistió el catalán deseando ese cambio radical que necesita su equipo. «Hay que ser valientes y estar juntos, presionando arriba para que el rival no esté cómodo», objetivo que no se logró «contra el UCAM. Ahí estuvimos más atenazados con el balón y eso no me gusta».

Quizás por esa tristeza de la que intenta huir tanto él como su propio equipo, Carrión no quiso mirar más atrás, ni tan siquiera a la valoración del también triste mercado invernal que ha tenido el Córdoba. «Ayer -por el miércoles- se hizo una rueda de prensa donde se habló de ella, y no voy a decir más. He hablado mil veces de lo que me parece el equipo y no cambio de opinión. Dije que no quería una plantilla de 25, pero ha venido gente nueva, los del filial pueden participar con el B». No será, desde luego, una huida nada fácil.