Si hace meses, poco antes de que se salvara la categoría en la penúltima jornada liguera, se habló desde aquí de un claro fin de ciclo, la persistencia, junto al eterno análisis «autocrítico» interesadamente fallido ha llevado al Córdoba a la actual situación, a un equipo muerto desde hace semanas e incapaz de reaccionar porque no se le han dotado de las herramientas suficientes. Como diría un ídolo de la planta noble: «Un plato es un plato y un vaso es un vaso». Y el Córdoba no es un equipo de Segunda División por mucho que se intente distraer la atención con detalles nimios. La descapitalización progresiva del equipo en los tres últimos años ha llevado a un sector de la afición a discutir si un futbolista ha de ser titular o no, sin constatar que ninguno de los 22 sería titular en un equipo de Segunda. Sobre todo si hay ojeadores y profesionales del fútbol, de esos de los que adolece la entidad blanquiverde, medianamente serios. Otros muchos debates pueden entretener a los poco más de 9.000 abonados reales que aún mantiene el Córdoba. Desde el regalo de entradas al cambio de entrenador pasando por la última cena del máximo accionista antes del encuentro. Mientras tanto, un Córdoba ya muerto desde hace un mes apareció en El Arcángel movido por sus muñidores, sabedores de que el equipo no da señales de vida y, lo que es peor, no parece que vaya a darlas. Para colmo, tampoco se está desde esa misma planta noble por la labor de resucitar al fallecido. Entre otras cosas porque sólo hay que ver el estado de los campos y de la ciudad deportiva para captar el mensaje que, de inversión, naranjas de la China. Y si no lo hay para una herramienta simple de trabajo no lo va a haber para invertir en lo que se ha descapitalizado paulatina y descaradamente a lo largo de tres años.

Pero, claro, hay que seguir aparentando -como en anteriores ocasiones- y, para alimentar el inocuo debate, mover el cadáver para que transmita sensación de movimiento, de que tiene un estertor, previo paso por la tanatoestética. Así que Merino lo cambió todo, empezando por el esquema que parecía haber asentado en las últimas semanas y que podía prolongar aún más con la vuelta de Caro. Sentó a Edu Ramos, probablemente uno de los jugadores más consistentes de un equipo, por otra parte, muy flojo. Dio la titularidad a petición popular a Javi Lara y colocó a Caballero por detrás de Sergi Guardiola, único punta.

A los diez minutos de partido ya pudo ir en clara ventaja la Cultural gracias a cinco claras llegadas, dos de ellas -Guarrotxena y Rodri- no terminaron en gol de milagro. El equipo leonés dio una lección exprés de lo que es juego combinativo y -ojo, importante- de disputa del balón uno contra uno. Con esos dos elementos, tan fáciles de describir y tan complicados de plasmar sobre el campo, el recién ascendido se mostró muy superior a un Córdoba con una marcha menos. El cambio obligado de Jovanovic por Romero pareció darle un aire a los locales, aunque fuera sólo por los carrerones que se tuvo que meter el serbio, único argumento ofensivo de los de Merino. De uno de ellos llegó el primer penalti a favor del Córdoba, transformado por Guardiola. La Cultural se quedó con uno menos por expulsión de Zuiverloon, el Córdoba, aún de cuerpo presente, recibió otra descarga para hacerle reaccionar: otro penalti a favor, de nuevo transformado por Guardiola. 2-0 al descanso y había que frotarse los ojos.

Rubén de la Barrera no se achicó y su equipo salió de vestuarios a por el partido a pesar de ir con uno menos. Tras un mano a mano de Aridai con Kieszek del que salió victorioso el polaco, Josema cometía otro penalti sobre Rodri, que transformó Yeray. No se conformó el conjunto leonés. De hecho, Mario Ortiz, Señe y Yeray manejaron prácticamente todo el encuentro a su antojo, especialmente en esa fase del segundo acto en el que llegó el tanto del empate visitante. Rodri enganchaba un disparo desde la frontal al que era imposible que llegara el polaco. Podía hablarse de sorpresa, pero viendo el encuentro no lo era tanto. De hecho, la Cultural tenía más cabeza, agresividad y fútbol que su adversario, pero pudo la cabeza.

A partir de ahí, los visitantes defendían con cinco y dejaban hacer al Córdoba. Entró Markovic por Caballero y en el último cuarto de hora, Jona por Josema. El delantero tuvo la única ocasión clara al filo del final, pero el encuentro en sí se convirtió en un despropósito. Por un lado, una Cultural que había merecido al menos ese punto tras jugar una hora con un jugador menos y ser el equipo que transmitió fútbol y ganas de ganar.

Por el otro, un Córdoba que, pese a cambios, bandazos y no seguir con el plan establecido, no tiene nada que hacer. La única posibilidad de este equipo pasa primero, como en la semana pasada, por un mensaje público a lo largo de la semana desde el club transmitiéndo qué es lo que se pretende hacer. Obviamente, uno de los planes pasa por hacerle varios trasplantes a un equipo que superó el ridículo de Sevilla. Si entonces fue remontado tras ir con un gol de ventaja ante un equipo en inferioridad, anoche en El Arcángel lo hizo con dos de renta. Una nueva demostración de que este Córdoba no da ni una señal de vida. Es momento de que el club hable y explique su plan, si lo tiene. O intenta revivir a este equipo o lo da ya oficialmente por muerto. Si decide esto último, que anuncie el entierro. Porque ya huele.

Ficha técnica:

Córdoba: Kieszek; Fernández, Joao Afonso, Josema (Markovic, min.75), Pinillos; Álex Vallejo; Javi Lara, Jaime Romero (Jovanovic, min.14), Caballero (Jona, min.63), Javi Galán; y Sergi Guardiola.

Cultural Leonesa: Jesús Fernández; Iza, Zuiverloon, Albizua, Manu; Mario Ortiz, Yeray, Señé; Guarrotxena (Iván González, min.38), Rodri (Antonio Martín, min.91), Aridai (Emi Buendía, min.79).

Goles: 1-0, M.33: Sergi Guardiola, de penalti. 2-0, M.43: Sergi Guardiola, de penalti. 2-1, M.54: Yeray, de penalti. 2-2, M.59: Rodri.

Árbitro: Guillermo Cuadra Fernández (Comité Balear). Expulsó con roja directa al visitante Zuiverloon (m.32). Además, amonestó al local Joao Afonso.

Incidencias: Partido de la decimosexta jornada de Segunda División, disputado en El Arcángel ante 9.335 espectadores.