Por fin. Tras dos ocasiones desperdiciadas, el Córdoba B rompió su mala racha como visitante para darse un festín ante el San Roque, esperar al pinchazo del Atlético Sanluqueño y proclamarse campeón del grupo décimo de Tercera División. Después de tener la promoción asegurada desde hace tiempo, el filial cumple con un objetivo que se veía venir desde el arranque de la competición y que hubiese llegado mucho antes de no ser por el irregular bagaje que cosechan los canteranos lejos de El Arcángel.

Con un presupuesto superior al de la media de Tercera y un plantel para estar en una categoría superior, el Córdoba B no ha salido de los puestos de ascenso desde que la Liga cogió ritmo, demostrando ser muy superior a no pocos rivales, a los que en las segundas partes vapulean --salvo en as tardes malas-- los jugadores del segundo equipo, aspirantes a profesionales, contra jugadores amateur con otro oficio y beneficio. Tal es la diferencia que se ha visto en ocasiones, que algún entrenador se ha quejado de que desvirtúa la competición.

Pero más allá de las cualidades físicas y técnicas, el trabajo táctico de Carrión también ha tenido su protagonismo en un equipo que ha sabido sacar rentabilidad al balón parado. Además, el entrenador catalán ha sabido explotar la polivalencia de algunos jugadores y lidiar con las bajas ante las llamadas de José Luis Oltra para el primer equipo.