Contracrónica número uno: Se sorprenden de que esté de bajón, y no pletórico. No es por el esfuerzo físico, no es por el cansancio tras los 200 kilómetros de bicicleta. Es porque cuando haces algo tan intenso, algo que llevas tanto tiempo esperando, liberas tantas emociones que al día siguiente te preguntas, ¿y ahora qué? ¿Cómo voy a vivir sin este reto?

Se te genera un vacío, pero ese vacío es positivo. La vivencia, que la tienes muy reciente, va pasando por tu cabeza. Cada puerto, cada pueblo, cada avituallamiento, el bocadillo de jamón en Trevélez, los huevos fritos en Yegen, la sandía en Órgiva, la pájara que te dio al pasar Pórtugos, cuando solo llevabas cien kilómetros, y cómo pensabas que el reto se te quedaba demasiado grande, la delicia de descenso a Ugíjar, las sonrisas de los voluntarios en Pampaneira, el tramo de soledad en Lucainena, lo inmensamente alegre que llegaste a la meta, cantando, bailando encima de la bici. Para recordar todo eso con un pellizco en el estómago se deben dar tres condicionantes: llevar al cuerpo al límite, disfrutar del camino y llegar a la meta sin maldecir.

¿Cuántos de los tres creen que se han dado este año en el Córdoba? Quizá los jugadores no dieron más de lo que tenían, eso no lo dudo. ¿Pero disfrutaron cada fin de semana? ¿Llegaron a junio sin maldecir?

Contracrónica número dos: Al final del primer puerto, en el kilómetro 60, había un cruce. Dos opciones. Girar a la izquierda y hacer la ruta larga, 200 kilómetros. Torcer a la derecha, hacia la corta, 140. Había que tener cabeza, ser realista, no engañarse. La organización te daba una segunda oportunidad. ¿Quieres cambiar tu objetivo? Piénsalo bien, aún estás a tiempo de disfrutar.

Tú sabes hasta dónde llegan tus piernas. El Córdoba ha sufrido cada fin de semana, deseaba que esto se acabara ya, porque no ha parado de equivocarse en cada cruce. Se equivocó en septiembre, y en diciembre se empeñaba en mantener la ruta larga, pese a que no tenía piernas. La valentía es loable, pero puede resultar estúpida. Me da pena por esos muchachos que se dejaron la piel pero a los que les obligaron a escoger una ruta para la que no estaban preparados.

Contracrónica número 3: El deporte te da mucho, pero a su vez es muy cruel. Diez horas después del inicio de la marcha, la recta de meta está casi vacía, ya no suena ni siquiera música, los premios se dieron hace tiempo. Tú realmente no esperas nada; mucho menos una medalla. En ninguna medalla caben tantos instantes como los que tienes acumulados en tu cabeza. Ese era tu único objetivo, ¿verdad? Almacenar momentos.

Queridos jugadores del Córdoba, olvídense de su jefe. Con una corbata es muy fácil exigir. No se preocupen si quedaron el 12. Solo quien ha sudado sabe lo que cuesta llegar el 12 o el 465. Quédense con la ovación que les dieron ayer. Hasta los últimos del pelotón tienen aplauso cuando se han vaciado.