Aún acabada la universi- dad, los cuatro amigos seguían quedando para ver el fútbol. Los domingos a las nueve de la noche y los miércoles a las nueve menos cuarto. Compraban kebab, pese a que uno de ellos los odiaba y veían el partido frente al antiguo televisor, 28 pulgadas. No podían quedar los cinco porque David se había ido a Londres con su novia. Se citaban sobre todo si jugaba el Real Madrid o el Barcelona. Mesa redonda, cristal y enagüillas amarillas, patatas y poco más. Rara vez una cerveza. Coca cola, limón y agua, que luego tocaba madrugar. En el descanso encendían la Play, hablaban algo del Córdoba, entonces en Segunda o Segunda B, y de te- mas poco serios.

Francis.

Francis siempre sale el último de trabajar, pero el viernes se fue una hora antes. Tenía la maleta preparada y los billetes impresos. A las tres y 42 cogió el tren. No miró mucho por la ventana. En cinco horas durmió, se hizo de noche y percibió los nervios de un crío que viajaba en el mismo vagón con su padre, ansioso por ver el Camp Nou.

Pepe siempre sale el último a correr. Cuando Francis llegó a Barcelona, a las ocho y 25, él seguía sin las zapatillas puestas. A esa misma hora, David volvía de Londres -tristeza y lluvia por luz y amigos-, Jose buscaba entre el gentío regalos y Javi no había de- cidido la cena. Al día siguiente se reencontrarían de nuevo.

Menos Francis.

A las tres y 25 entra al Cam Nou. “Impacta mucho, es enorme y no tan cerrado como el Ber- nabéu. A pesar de estar tan altos, se ve bien”.

Los otros cuatro amigos quedan en un bar de Ciudad Jardín. Ninguno llega puntual. Hay tres televisores, pero nada de jaleo ni bufandas. En la mesa, variado de frutos secos.

- Me gustan unos cilindros hue- cos que saben a fritos.

Dudas con la bebida. Es una ho- ra muy rara. Cuatro y media.

Muy mala. Sentados en círculo, ¿quién mira al partido? Los del Córdoba, por los suelos.

- Esta gente ya está reventada.

- A ese ritmo, los tres cambios agotados antes del minuto 45.

- El que tiene pintas de robarte en la feria casi marca.

- Predigo al menos cuatro goles en el segundo tiempo.

- ¿Tu bolso tiene pelos o me lo parece?

Llamada perdida al descanso.

Perdida. Francis.

Francis se entretiene con un fan del Barça llegado de Valencia. Este le pide una foto con su padre y él se la hace, le pide la bufanda del Córdoba y él se la da. Detrás, unos de Jaén. Delante, un catalán - granadino con padre de Priego muy independentista, aunque muy educado. “El Bernabéu, mucho mejor, aquí todo es muy frío”.

- ¿Mañana pádel?

Javi tiene la mirada perdida.

- A Javi le pasa algo.

- Estoy viendo el fútbol.

- ¿De verdad te interesa?

Nada del partido. Los goles se reflejan en el cristal del bar. No es necesario girarse. Los garbanzos son lo peor del revuelto.

Francis se va del Camp Nou.

“Lo único que han animado ha sido para decir independencia en el minuto 17 de cada parte. El partido, malo; el Córdoba, de vergüenza; y el ambiente, flojo”. En el bar no se percibe ningún cambio, solo en la bebida y en las conversaciones. Ruptura. Embarazo y boda.

- Ahora entiendo por qué Javi tiene la mirada perdida.

Los tres televisores continúan encendidos. Juegan el Levante y la Real Sociedad. No hay diferen- cia con el Barcelona - Córdoba.

Los amigos ya no quedan para ver el fútbol.