Xavi sobrepasa la cuarentena, pero a pesar de que te enseña el carnet azulgrana, no tiene mucha pinta de futbolero cuando hablas con él. El primer aviso salta cuando notas que tiene lagunas de su propio equipo, incluso nombres. El segundo, cuando le refieres al eterno rival y no se le enciende la mirada y suelta un "bueno, el fútbol". El definitivo es cuando, a ti mismo, te pregunta "hoy casi se llenará, creo, ¿no?". Ahí ya te atreves y se lo preguntas. "No, bueno, mi padre es el que no vive con el Barça. A mí me gusta, pero lo suyo es ya...". Y se empiezan a encajar piezas. Compromisos familiares prenavideños del progenitor y esas cosas hacen que Xavi vaya a ver un Barcelona-Córdoba de gañote. "Me ha dicho que, total, él vio ya al Córdoba de joven y lo que te digo, a mí me gusta y como tenía a la mujer con la familia he aprovechado".

Le extraña al culé la poca gente que ha venido de Córdoba. Y le explicas lo vivido en Copa, hace algo menos de dos años ("ni idea", comenta). La quedada en el metro de María Cristina, con cientos de seguidores. Las decenas de autobuses, coches particulares, trenes, aviones y evocas aquella noche de enero en la que, entonces sí, daba igual el resultado. Hacía esos 42 años que los blanquiverdes no competían oficialmente contra el Barça. "Ya estáis acostumbrados, claro". No, hombre: los abonos costaron lo suyo, el coste del reciente viaje a Bilbao, las Navidades... "Todo de golpe y muy cerca". Para medio millar aún no era muy cerca, ni suficiente. Palizas de bus para estar ayer apoyando a su equipo. Algunos, en avión desde Sevilla, no llegaron por la niebla. Tan cerca y tan lejos.

Pero aún en un reducido número con respecto a aquel enero de 2013, ni la climatología, ni las fechas navideñas, ni la crisis, ni el reciente viaje al País Vasco. Medio millar de valientes volvieron a pegarse el tute (al menos la mitad viajaron en autobús) para volver a vivir eso de estar en el Camp Nou apoyando al Córdoba. Sangre Blanquiverde volvió a organizar la marcha, esta aún más reducida que entonces, pero con batucada para hacerse oír, y el recibimiento al equipo lo cierto es que fue casi en familia. Apenas una docena de seguidores esperaban al Córdoba en Travesera de Les Corts para avisarle de que no iba a estar solo.

El encuentro comenzó y el canto político que se escucha en Can Barça cada vez que el reloj llega al 17:14 de cada parte se hizo sentir. Los pocos de blanco y verde que se veían allá arriba también se hicieron notar en varias fases del encuentro, fuera cantando el himno o, simplemente, animando a su equipo.

El partido en sí transcurrió de manera amigable, en la grada y aún más en el campo, lo que provocaba algún comentario amable con respecto al conjunto visitante. "Oye, pues mira, solo quedan 15 minutos y fíjate, no está tan mal la cosa para el Córdoba". Llegaron los goles de Piqué y de Messi y se hizo el silencio. El mismo al que se atuvieron los aficionados blanquiverdes que acudieron al Camp Nou. No era el momento de reconocimientos ni aplausos a pesar de la derrota, como en anteriores compromisos. El equipo había estado cerca de salvar la imagen. Muy cerca. Y también lejos.