Si todo cambia en la vida en general, este Córdoba no iba a ser menos. La era Aquarius, aquella que empezaba del 1 al 7 de cada mes en el estadio con la recogida de cajas y posterior alivio hacia su destino final ha pasado a mejor vida. También, aquel Córdoba que planteaba partidos en los que mucho se cumplía en los primeros 45 minutos para desaparecer posteriormente.

Empezó esa tendencia en la pasada temporada. No hubo pocos encuentros en los que del minuto 46 al 90 el rival de turno se subía a las barbas de un Córdoba que contaba con un plan demoledor, con el arma definitiva. Hubo varios para recordar, aunque en mi memoria guardo los encuentros en El Arcángel contra el Nástic o el Bilbao Athletic, uno de los equipos, este último, que mejor fútbol hizo sobre el estadio cordobesista. Pero en el primero, por ejemplo, el cañón rumano destrozó todas las aspiraciones de los catalanes.

Lo mismo que ocurrió en Mallorca, en donde desquició a todo el estadio. Una temporada después, los jugadores blanquiverdes salían tras el empate comentando que «hace un mes este partido lo habríamos perdido». Tuve un pensamiento malicioso al tirar de memoria y recordar que hace un mes y medio había otro compañero en la portería. Porque, evidentemente, si el héroe hace una temporada fue Florin Andone, el domingo, en el mismo escenario, le relevó el portero, Pawel Kieszek, que ojalá mantenga ese nivel en lo que resta de campaña. Porque este Córdoba, por mucho corazón que le echemos, necesitará al polaco tan encendido como estuvo en Son Moix. Sobre todo en El Arcángel. Llega el colista y, después, el Reus -cuarto mejor visitante de la categoría-, un Oviedo que flojea mucho cuando viaja -está entre los seis peores visitantes de Segunda- y un Girona que ojalá que llegue ascendido y sin motivación de ningún tipo.

Porque como visitantes, y después de lograr ese punto de los últimos 24 -y como se logró-, este Córdoba no permite que ningún seguidor se fíe de él. Máxime si se ven los viajes que le esperan: Getafe, Cádiz y Rayo Vallecano.

Llega el colista que, recordemos, estaba el sábado empatado a puntos con el Mallorca, ese equipo que disparó casi una docena de veces en la última media hora y que logró que el Córdoba no pasara de mediocampo desde el minuto 67. Por lo tanto, a pesar de sus números, de su situación y de que en Miranda parecen ya con pocas ganas de pelear a la desesperada, este Córdoba no puede permitirse ni una mínima confianza. No hay margen de error y ojalé el Elche, el viernes, eche una manita. Habrá que resolver cuanto antes el domingo, porque ya se sabe lo que le ocurre a este equipo en las segundas partes, en las que habrá que colocar en el centro del césped un castillo hinchable.