Cuando se anunció la promoción definitiva de Luis Miguel Carrión al primer equipo, en el comunicado, se quiso dejar claro que era Emilio Vega, el director deportivo, el responsable de tal decisión. Más allá de quién colocase al catalán al frente de un Córdoba que, si bien transmitía malas sensaciones, se mantenía en la pelea por la promoción, la idea no ha terminado de cuajar. Y es que aunque se le endosara la responsabilidad a Emilio, lo cierto es que Carlos González ya dijo en la presentación de Pablo Villa, con Carrión de segundo al lado, que “cuando ficho a un entrenador para el filial estoy pensando que puede ser el próximo entrenador del primer equipo”. No obstante, de todos los entrenadores que han sido promocionados del equipo B al grande -que a nadie escapa que es la opción más barata de colocar a un entrenador en el banquillo- en Segunda División, Carrión lleva los peores guarismos.

Carrión ha disputado un total de 30 puntos en Segunda, los nueve partidos de esta temporada y aquel experimento en Soria el año del ascenso, cuando perdió 3-0 precisamente ante Anquela. Así, en los 10 partidos que ha dirigido al primer equipo apenas ha logrado el 26% de los puntos en juego. Para entenderse mejor, el 26% de puntos en una temporada supondría acabar la Liga con 32, muy lejos de la salvación. Además, en sus 10 intentos Carrión suma un pobre average de menos 10: tan solo ha marcado 6 mientras que ha encajado 16.

Pablo Villa, por su parte, estuvo al frente del equipo 25 partidos. De los 75 puntos que disputó el técnico madrileño logró 34, lo que le supuso un 45 por ciento de los puntos que disputó y casi el doble de lo que hasta ahora lleva su antiguo compañero de vestuario. Con Villa el average estaba a 0 en una temporada en la que el diferencial de goles cobraba una especial importancia por la igualdad del campeonato.

Pero, no obstante, la mejor promoción de la era González, al menos a lo que a puntos se refiere, fue la de Rafa Berges. El técnico cordobés disputó 99 puntos. En esos 33 partidos sumó 47 puntos, es decir, el 47% de lo disputado. De haberse mantenido en el cargo, la proyección daba 60 en un curso en el que la promoción se pagó a 66, aunque con enfrentamientos directos por disputarse en la zona de arriba. A su despido, era el único técnico promocionado con el gol average a favor: 43 goles a favor y 41 en contra.

Por su parte, como cabía esperar, la peor promoción en lo que a números se refiere fue la de José Antonio Romero, claro que en Primera División. Con problemas para mantener la categoría del filial en Segunda B, el exresponsable de las categorías inferiores se hizo cargo de un equipo desahuciado en la élite y con un vestuario roto. Apenas logró el 6% de los puntos que disputó al no sumar ni una sola victoria. Acabó con un alarmante average de -22.