El acuerdo era claro: por cada ronda que la Roja superara en el Mundial de fútbol de Brasil, dos compañías de bebidas se habían comprometido con José Luis Sosa Días, fabricante de banderas con factoría en Colmenar Viejo (Madrid), a comprarle 6.000 enseñas rojigualdas decoradas con los logotipos de las marcas para repartirlas por bares, terrazas y celebraciones colectivas. Así había ocurrido en el anterior Mundial y en las dos últimas Eurocopas. "En cuanto acababa el partido de octavos o de cuartos, aunque fuera de madrugada, me reunía con los operarios en la fábrica para tener listas las banderas a la mañana siguiente‡", recuerda el industrial.

Esta vez no será igual. El Mundial de Brasil le ha permitido facturar 15.000 banderines, pero la eliminación de España en la primera ronda le ha impedido vender otros 25.000. "A tres euros la pieza, el fracaso me ha costado 75.000 euros‡", calcula Sosa, encargado de elaborar las enseñas que usa habitualmente la Casa Real en sus actos, como la reciente coronación de Felipe VI.

Con ser anecdótico, aunque simbólico, el revés sufrido por el fabricante de banderas resume el pésimo negocio que ha supuesto para multitud de empresas y sectores económicos de todo el país el temprano regreso a España de la selección. Si un acontecimiento futbolístico internacional acostumbra a ser un importante acicate para estimular el consumo, los éxitos deportivos de la Roja en las últimas convocatorias habían añadido una expectación especial al paso de Iniesta y sus secuaces por tierras brasileñas. Ese interés se traducía en una infinidad de convocatorias, acciones comerciales y productos creados para la ocasión.

Sin embargo, las reuniones de amigos en bares previstas para seguir el Brasil-España que habría tenido lugar hoy a las 18 horas si la selección hubiera ganado a Chile, no se celebrarán. Ni se venderá la mayoría de las indumentarias diseñadas para este Mundial: Adidas, fabricante de las prendas oficiales, se ha encontrado de repente con un stock de 70.000 camisetas, muchas de las cuales se ofrecen ya a mitad de precio en las tiendas.

El desacierto de los de Del Bosque ha devaluado de golpe el atrezzo mundialístico. Los cinco millones de botellines y latas de cerveza decorados con el rostro de los jugadores que Cruzcampo lanzó al mercado al comienzo del Mundial dejarán este verano un extraño sabor a derrota. Igual de fuera de lugar han quedado otras propuestas comerciales, como el Rasca de la Roja que creó la ONCE para la ocasión, las maquinillas de afeitar con el escudo de la selección que ha fabricado Gillete, o el concurso promocional La porra del Mundial que ha propuesto Cepsa para rentabilizar la ola de fervor futbolero que vivía el país.

En el debe de este Mundial van a figurar tanto las inversiones hechas y perdidas como las ganancias que podrían haber sido y no fueron. "Para nosotros, que la selección juegue un martes equivale a tener dos sábados en la semana", explica gráficamente Emilio Gallego, secretario general de la Federación Española de Hostelería. En juego hay una diferencia de entre el 30% y el 40% en la facturación entre unos días y los otros. "A eso se añade que los días en que no hay partido la gente come y bebe con más alegría", añade.

GASTO DE LOS HOGARES ¿Tiene un precio esa euforia? Kelisto, portal de internet especializado en comparar precios de artículos de consumo, se ha atrevido a ponérselo: 986 millones de euros. Eso es lo que estiman que habría crecido el gasto de los hogares españoles si la selección se hubiera alzado con el triunfo: a razón de 21 euros por ciudadano. De haber caído en semifinales, los autores de este estudio creen que la inyección de dinero habría sido de 665,4 millones de euros. Para hacer el cálculo han tomado como referencia el crecimiento que experimentó el consumo en España durante el Mundial de Sudáfrica y los horarios de los partidos, que concilian mejor con el gasto que en el 2010. Según esas estimaciones, Andalucía sería la comunidad que más se habría beneficiado de este incremento de consumo, que habrían ido destinados, principalmente, a la compra de comida, bebida y televisores. Sirva como referencia que en los días previos al comienzo del Mundial se multiplicó por tres la venta de tiradores de cerveza y creció un 67% la compra de barbacoas. Además, los 23 futbolistas que formaban el equipo dejaron de ingresar la prima de 720.000 euros que tenían prometida si alzaban la copa.