El cordobesismo se está acostumbrando últimamente a otro tipo de viajes. Ahora las movilizaciones masivas son a campos como el del Real Madrid, con el que comparte categoría, o el del Murcia, la temporada pasada, en busca del ascenso. Las salidas discretas para cerrar una salvación en la penúltima jornada en una división que no es Primera son ya cosa del filial blanquiverde. Los Carlos Belmonte, donde el B selló la permanencia, o Ramón de Carranza son estadios para los chicos. Ahora se cuadran fechas para visitar San Mamés, el Calderón o el Camp Nou.

Pero no hace tanto que era el primer equipo el que se las veía y deseaba para sumar los 50 puntos y la consiguiente salvación virtual. Y el Coliseum Alfonso Pérez, donde el equipo jugará ante el Getafe el próximo viernes, trae recuerdos de aquella época a la memoria escrita en blanco y verde.

Era la última jornada de Liga de la temporada 2002/03. En el banquillo estaba un recién llegado Fernando Castro Santos. El Córdoba seguía siendo una de las cenicientas de la categoría de plata apenas tres años después de poner fin a la larguísima travesía de décadas por Segunda B. El técnico de Pontevedra había logrado el debut soñado con dos victorias consecutivas y el empate ante un Getafe que no se jugaba nada era lo mínimo que se pedía para la salvación.

Más de 2.000 cordobesista formaron la caravana de la salvación que escoltó al equipo hasta Getafe. "El ambiente de la salida en los buses fue impresionante. Se notaba que era un partido donde nos jugábamos mucho y había que darlo todo", recuerda el que fuera presidente de Brigadas, Alvaro Priego Polini . El recibimiento al equipo fue con varios kilos de nitrato. "Recuerdo de uno que no sé cómo saltó al campo antes de empezar el fútbol y comenzó a hacer como si estuviese toreando y tirándose contra la red de la portería como si metiese un gol hasta que se lo llevaron".

El partido empezó bien para los cordobesistas cuando a la media hora de juego, Montenegro, de semivolea, remataba un pase de cabeza de Moisés.

Pero poco duró la alegría a los blanquiverdes. Alberto Ruiz ponía el empate al poco de arrancar la segunda parte. "Cuando nos marcaron la afición se vino abajo porque todos pensamos que nos íbamos a Segunda B, pero se sacó fuerzas para seguir con el equipo y el Alfonso Pérez rugió como allí nunca lo han escuchado. El equipo se contagió de ese espíritu". Aquel año Brigadas recibió el título honorífico de Afición de Oro otorgado por la Federación de Peñas del Córdoba.

Con la familia viajaba Curro Fortes, socio 5.062 del Córdoba, que recuerda que al final todo el campo se contagió del espíritu hooligan y que fue una fiesta la grada. Ahora bien, "en cada jugada del Getafe se escapaba un suspiro. Allí estábamos todos acongojados porque veíamos que descendíamos".

También estaba por allí el hoy presidente de Incondicionales, Rafael Delgado, quien recuerda con especial cariño la invasión al campo en busca de los jugadores. "Aún conservo un trozo de césped que me traje de Getafe". Otros se trajeron la red.

Había, por su puesto, representación de Cordobamanía en el Coliseum. David Sánchez, uno de los socios fundadores, lo recuerda perfectamente. "Fue una salida masiva. La grada estaba llena de cordobesistas. El ambiente era muy bueno y la vuelta… la vuelta fue triunfal".

Y al llegar a Córdoba hubo incluso quien se fue a celebrarlo a Las Tendillas. Aquella no fue una temporada fácil.