La Champions se impuso a Bundesliga, y el Bayern dejó pasar la primera oportunidad de rematar el título que sigue teniendo en la mano y que paladeó durante un buen rato. Hasta que el Borussia Monchengladbach, que anda peleando por una plaza europea, chafó la fiesta con el empate (1-1) a falta de un cuarto de hora y aplazó un alirón que se da por hecho, con 5 puntos de ventaja sobre el Dortmund a falta de dos jornadas.

Lucía un sol espléndido en Múnich, pero el Allianz, que tenía un aspecto imponente, no acabó la tarde como esperaba, alzando los brazos en un anticipo del gesto que espera hacer el martes, La tercera Bundesliga consecutiva de Pep Guardiola deberá esperar, entre otras cosas, porque el Bayern entero jugó con la cabeza en Europa, empezando por la pizarra, donde el técnico dibujó un once con 8 cambios con respecto al del Calderón y una larga lista de suplentes. Solo Neuer, Bernat y Coman sobrevivieron a esa revolución provocada por la sombra de Simeone y los suyos.

MANTENER LA TENSIÓN

Muller, el futbolista de la discordia por su suplencia en la ida de la semifinal, sí fue titular, lo que deja en el aire si repetirà el martes. También está en el aire la presencia de Ribéry, dudoso por unos problemas en la espalda, según reconoció el técnico. La buena noticia es el regreso de Boateng después de tres meses de baja. Marcó Muller (ya lleva 20, su mejor registro, así que no le ha ido muy mal con Guardiola), pero el Bayern no acabó de cerrar el partido y asegurarse un título que habría dado paso a una celebración contenida. Una fiesta sobre el césped, como mucho, y poca cosa más, con la obsesión de mantener la tensión ante la cita del martes. Ahora, con más motivo.

En sus días finales en Múnich, Guardiola se enfrenta a su última gran desafío, el reto pendiente que algunos dan por obligado y que, inevitablemente, marcará la etiqueta que cada uno le ponga a su paso por el club. Pero, de momento, sus cifras son iniguables, las mejores de cualquier entrenador de la historia de la Bundesliga en sus 100 primeros partidos, con un 80% de victorias. Pero con eso no basta. "Todavía no estoy muerto, me queda una bala", proclamó, convencido de que puede dar la vuelta a la eliminatoria. En la Liga, no tiene nada que temer aunque ayer el equipo desaprovechara la primera bala que tenía para matar la Bundesliga. Pero le quedan dos balas más. En la Champions, le queda solo una frente a un enemigo que nunca se deja morir.