Primero fue Iniesta, a quien se le diseñó un contrato único, jamás visto en el Camp Nou, porque su futuro queda en manos exclusivamente de él. Luego le tocó el turno a Messi, quien rubricó un documento nunca escrito antes, convertido en el jugador mejor pagado del mundo por encima de Neymar y, por supuesto, de Cristiano. Ahora ha sido Gerard Piqué el que ha alcanzado un acuerdo para continuar en el Barça hasta el 2022. Poco a poco, Josep Maria Bartomeu, el presidente azulgrana, ha arrancado las tres firmas que sostienen, y con enorme éxito, el proyecto deportivo del club desde hace más de una década. A todos coloca fuera del mercado con cláusulas inalcanzables ahora mismo.

A Piqué, además, el Barça le considera, si se atiende esa nueva vía de salida, como el segundo más valioso del vestuario. Su precio oficial es de 500 millones de euros, continuando la directiva con la política de espantar posibles competidores. También parecía en su día inalcanzable la cláusula de Neymar (222 millones), pero llegó el Paris SG y, con la complicidad del brasileño y su padre, se llevó al que estaba destinado a ser el sucesor de Messi. Pero no tuvo paciencia deportiva ni tampoco económica para aguardar su momento en el Camp Nou. Por eso, Bartomeu, escamado como quedó, ha cambiado radicalmente de política.

Messi, la verdadera joya de la corona, tiene 700 millones de cláusula. A Piqué, el segundo en este escenario posNeymar, le han colocado 500, superior incluso a la que acaban de firmar los dos fichajes más caros de la historia del club. Coutinho (llegado en enero) y Dembélé (aterrizado en agosto pasado) están unidos por el mismo precio: 400 millones vale su libertad.

PILARES ASEGURADOS // De momento, todos quedan lejos de ese enloquecido mercado de fichajes donde lo más caro ya no se compra en verano sino también en invierno. De esta manera, el Barça se asegura la continuidad de los tres pilares que han servido como hilo conductor de su década más esplendorosa. En el caso de Iniesta, sin embargo, todo queda pendiente de la decisión que tome él al final de cada temporada.

Sin ir más lejos, este mismo mes de junio el capitán, de 33 años, deberá elegir entre seguir otra temporada más en el Camp Nou (debutó en el 2002) o aceptar alguna de esas tentadoras ofertas que le llegan desde los rincones del nuevo fútbol: Qatar, Estados Unidos o China. A sus 30 años, Piqué, en cambio, se compromete hasta el 2022, un año más del que firmó el propio Messi, empeñado como anda el defensa en cerrar la carrera como futbolista en su casa.

A La Masía llegó cuando tenía 10 años en aquella inolvidable generación de 1987 donde estaban, precisamente, Leo y Cesc, su amigo del alma, aunque tuvo que salir a Inglaterra con una posterior cesión al Zaragoza antes de que Guardiola lo reclutara (verano del 2008) para su proyecto con un precio absolutamente irrisorio entonces (cinco millones de euros). Más ahora cuando un central se paga a precio de goleador. Piqué, además, vive su mejor momento deportivo, convertido en el Kaiser de la defensa, asumiendo en determinados momentos todo tipo de roles en el club: portavoz, presidente y hasta responsable de hallar patrocinador porque su excelente relación con el empresario japonés Hiroshi Mikitani le abrió la puerta al Barça para firmar el nuevo acuerdo con Rakuten.