Costó más de lo que puede parecer la goleada (6-0). Costó más porque el nuevo Barça, con tanto cambio, no tenía nada que ver con el renacido tras Anoeta. Le costó encontrar el hilo del partido hasta superar una mala media hora inicial con un equipo más desordenado que de costumbre. Aún así, el equipo sumó su sexto triunfo consecutivo (23 goles a favor, solo uno en contra, y de penalti) revelan que el Barcelona camina, ahora sí, con paso firme tras la estrepitosa caída en Donosti. Piqué encontró el interruptor, Messi encendió la luz y Neymar remató al Elche para llegar frescos a la Copa el miércoles en el Calderón.

De salida el Barça parecía que había regresado al pasado. Ni rastro del equipo enérgico, rebelde y, sobre todo, furioso que se levantó tras caer con la Real Sociedad hace tres semanas. Luis Enrique metió mano en el once de tal manera (hasta seis cambios con respecto al que ganó en la Copa al Atlético). Seis cambios, entre ellos Luis Suárez, que eran, en realidad, siete porque Mascherano, casi siempre central, era ayer medio centro defensivo, y, de nuevo, la imagen de un Barça sin identidad, con un juego plano y hasta rutinario. Todo estaba cambiado. Xavi, interior derecho toda su vida, pasaba a la izquierda y Rafinha, entretanto, okupaba su casa. Así, antes de llegarse a la media hora de partido, muy poco que destacar. Si acaso el fiable Bravo. El portero chileno evitó un primer susto al repeler con las rodillas un envenenado y peligroso disparo lejano de Fayçal. Una manera poco ortodoxa, pero muy solvente.

Un minuto más tarde, con el equipo de Luis Enrique aún aturdido, otro tiro del franco-marroquí en una falta directa, también desde fuera del área, obligaba al meta azulgrana a desviar a córner. Fue entonces cuando Xavi volvió a sus orígenes, Rafinha pasó a la izquierda y Messi, mira por dónde, se colocó en su preferida base de operaciones: la banda derecha.

Al inicio estaba Leo ejerciendo de falso nueve. Y con Suárez, el nueve, en el banquillo. Extraño e incómodo se vio a Leo en esa posición, desconectado del juego. Enredado, de nuevo, en esa jaula que le construyen los centrales y hasta medio centros enemigos. No tenía peso en el partido. Ni influencia alguna.

BRAVO, PROTECTOR Superado el susto de la primera desastrosa media hora, y con la tranquilidad que le da al Barça tener a Bravo detrás, cuidando la casa, todo se ordenó. Messi generaba más peligro arrancando desde la banda, mientras Xavi, ahora sí, se sentía el dueño del partido con Pedro ejerciendo de delantero centro ante un agresivo Elche, que vio cinco cartulinas amarillas en apenas 45 minutos. Pero, poco a poco, el Barça iba arrinconando a su rival aunque necesitó una acción a balón parado, la tercera falta al borde del área de Tyton, para marcar el primer gol. No solo era el líder Xavi sino también el más listo de la clase. Sacó la falta mientras el Elche dormía y Piqué amansó la pelota con el oficio de un delantero hasta embocarla en la portería ilicitana. No le tembló el pulso a Piqué en ningún momento, fiable tanto atrás como arriba.

AL CONTRAGOLPE Con ese gol silenció el entusiasmo de Elche que creyó durante casi media hora tener al Barça en su mano. Nada más iniciarse la segunda parte, y tras un par de desajustes defensivos, aunque no se necesitó esta vez la intervención salvadora de Bravo, llegó un contragolpe brillantemente ejecutado por Neymar, forzando el penalti. Marcó Messi, expulsaron por doble amarilla a Fayçal y entonces la estrella, el 10 del Barça, decidió tomar prestado el disfraz de asistente. Así repartió dos pases deliciosos a Neymar. El primero que Neymar aprovechó con un tiro cruzado y el segundo, similar, aunque sobre las cabezas de los defensas, que el brasileño clavó de volea. El Elche, con 10 jugadores, se desmoronó.

Y Luis Enrique entonces se divirtió tanto en la banda como el Barça en el campo. En la segunda parte, a Bravo ni se le vio, el mejor signo de que el Barça recuperó la intensidad adecuada después de una mala primera media hora. Una buena lección firmada con goleada.