No hubo sillas volando por el vestuario del Camp Nou como en 1996 cuando Joan Gaspart, entonces vicepresidente del Barça, bajó a comunicarle a Johan Cruyff que estaba despedido. Un día antes de jugar contra el Celta. Ni tampoco nadie reclamó "caridad humana", como hizo Gaspart, entonces presidente, cuando Van Gaal, en su segunda época como inquilino del banquillo azulgrana (2003), llegaba al aeropuerto del Prat sabiendo que no tenía ningún futuro. Ahora, todo es más civilizado. Son ellos, los propios entrenadores, los que ponen fecha de caducidad a su paso por el Camp Nou.

No es nada casual, por ejemplo, que los dos técnicos con más éxitos en menos tiempo en la historia del Barça (Guardiola sumó 14; Luis Enrique lleva, de momento, 8) hayan coincidido en escoger la misma ruta de salida. El éxito agota. Y agota más de lo que se puede imaginar la gestión de un complejo vestuario, repleto de estrellas.

A Pep le sobró, y eso siempre lo dijo él, el cuarto y último año donde de tanto renovar su discurso para estimular a la plantilla se quedó sin respuestas. A Lucho, más de lo mismo. Casi le sobra el tercer y último año de contrato, convencidos ambos de que el mensaje va perdiendo fuerza entre los jugadores a medida que pasan los meses. No hace falta, por lo tanto, que nadie les abra la puerta. Ellos son los primeros en asumir que no pueden seguir ni una temporada más.

Da igual que tengas mucho éxito (Guardiola y Luis Enrique) o ninguno (Tata). Los tres coincidieron en presentar su renuncia

Da igual que tengas mucho éxito (sextete de Guardiola y triplete de Luis Enrique) o ninguno. Tata Martino dijo un segundo antes de que lo echaran (mayo del 2014) asumiendo, con toda la nobleza del mundo, que su paso por el Camp Nou había sido "un fracaso total". A Rijkaard, por ejemplo, le sobraron dos años después de que Ronaldinho activara el círculo virtuoso que tuvo su coronación con la conquista de la segunda Champions en París (2006).

INERCIA DE AUTOCOMPLACENCIA

Agradecido como estaba el club con esa reconstrucción milagrosa de un equipo que venía de no ganar nada en un lustro (del 1999 al 2004), aguantó a Frank. Lo aguantó Laporta, pese a todo. "Se han dejado arrastrar por la inercia de la autocomplacencia", dijo en su momento el presidente.

Una inercia que rompió Guardiola (2008) tomando medidas tan traumáticas como prescindir de Ronaldinho, Deco y Etoo, aunque, finalmente, el camerunés se quedó una temporada más. Ambos (Rijkaard y Guardiola) han sido los entrenadores que más tiempo han permanecido en el banquillo. Casi una década: cinco años estuvo el holandés, ahora en el paro, y cuatro el catalán, ahora dirigiendo al Manchester City después de agotar su ciclo de tres años en el Bayern de Múnich.

SIN MIRAR A CASA

Esa etapa de estabilidad se ha roto radicalmente en los cinco últimos años donde el Barça, y por diferentes razones, ha tenido tres entrenadores. Probó el club la fórmula del guardiolismo sin Guardiola pero la trágica enfermedad de Tito Vilanova frustró esa vía. Y ahora cuando se anda buscando al cuarto entrenador desde el 2012, nadie mira al yacimiento de La Masia, del que salieron Guardiola y Luis Enrique, ambos pasaron antes por el filial, y Tito.

En los años de Núñez y Gaspart, el club tenía bajo control el futuro de los técnicos. Ahora, ya no tiene posibilidades

Como ya pasó en su momento cuando Rosell impuso la nominación de Tata Martino por encima del consejo de Zubizarreta, entonces director deportivo, nadie pensó en Eusebio, quien ahora triunfa con la Real Sociedad, a la que ha dotado de un estilo de juego cruyffista, ni tampoco nadie mira ahora a Gerard López, del Barça B.

Hubo un tiempo, por la década de los 90 e inicios de la del 2000, en que el Barça gobernaba el futuro de los entrenadores. Echó a Cruyff de mala manera, arrinconó a Robson, a quien le ficharon a Van Gaal siendo él aún técnico, prescindió de Serra Ferrer (duró 10 meses), trajo dos veces a Van Gaal y acabó teniendo a Antic. Años de Nuñez y Gaspart. Ahora, en cambio, son los técnicos los que deciden cuándo y cómo se van del Barça. Y cuándo lo anuncian.