Después de tres victorias (0-1 y 3-2 en la Liga y 3-1 en la ida), Luis Enrique no las tiene todas consigo. Prefiere prepararse para esperar al Villarreal que ha empatado en el Bernabéu y se ha clasificado para los octavos de la Liga Europa que con el Villarreal vencido. Espera también un adversario menos defensivo. "En algún momento tendrán que adelantar líneas y hacer más cosas de las que han hecho", analizó, antes de asegurar que, pese a todo, no especulará con el resultado previo. "Si ganamos, no habrá sorpresas", dijo.

Entre la prudencia y la reivindicación osciló el discurso del entrenador y se verá así hoy al Barça. No se refugiará en el 3-1 pero tampoco se lanzará al ataque en busca de ese gol que acalle El Madrigal. No tiene ninguna necesidad de arriesgar. El estadio, además, genera más recelo que entusiasmo entre los azulgranas, que nunca se han sentido cómodos en él. Ni por las dimensiones del campo ni por los resultados: solo ha vencido en 5 de 14 visitas y ha marcado casi tantos goles como ha encajado (23 a 22). "Es un rival muy peligroso, pero nosotros también lo somos", resumió el entrenador.

ESPANYOL-ATHLETIC Los jugadores del Espanyol, por su parte, llevan tres semanas pensando en el partido de esta noche en el Power8. Se ha convertido en el encuentro más importante de los últimos años para el club blanquiazul. Pasar a la final sería la guinda a un curso que debía ser de transición. Será el duelo más importante que se haya disputado en la nueva casa perica (1-1 en la ida), que aún no sabe lo que significa disputar un partido épico o vivir una noche mágica. "Esta semifinal tiene que ser la primera piedra para crear historia y magia en Cornellà", manifestó Sergio González, que calificó este partido de "especial". Quiere que sea una gran noche perica. "Lo reúne todo, no hay ningún futbolista que no quiera jugarlo. Será una reválida", comentó.