PASADO

Entre los menos goleados en la novena jornada

El Córdoba de Razak, Stankevicius o Dalmau era el cuarto equipo menos goleado en la novena jornada de Liga. Y eso, después de un comienzo más que preocupante tras encajar tres goles ante el Leganés en Butarque y ante el Alcorcón, en El Arcángel. A pesar de esos números y de la alegría de la mayoría por estar en ascenso directo, igualado a puntos con el líder y de encajar sólo tres goles en seis jornadas, la sensación defensiva que transmitía el equipo no invitaba ni a la tranquilidad ni al optimismo en ese momento, salvo que ese problema se subsanase. No se arregló, se pagó durante la segunda vuelta y al final de Liga.

Con poco juego interior, que corran los galgos

El ayuno de fútbol del Córdoba de la pasada temporada era suplido por la velocidad en bandas y la pegada arriba. Fidel, extremo clásico, y Pedro Ríos, esfuerzo y velocidad, sólo necesitaban que por dentro se atara y se fijara al rival para poder desbordar y conectar con los de arriba o, en su defecto, finalizar ellos mismos. El onubense no tuvo recambio y el jerezano lo tuvo a medias: un Nando que, tras comenzar dando esperanzas, le vino larga la Segunda en su primera temporada. Ni Markovic, ni Víctor Pérez, ni Eddy solventaron la incapacidad para generar fútbol. Sólo Caballero, poco y al final.

El ejemplo ante el Nástic, una buena muestra

Hace un año, en la undécima jornada, el Córdoba ganó al Nástic por 2-0 en un duelo en el que los catalanes tuvieron más el balón y tras el que los blanquiverdes se colocaron líderes. Y, por supuesto, el juego. Un saque de banda culminado por Fidel y una jugada de Florin -mordía él solo-, persiguiendo un balonazo de 60 metros que botó entre Iago Bouzón y Pablo Marí, a los que destrozó para fusilar luego a Manolo Reina. El Córdoba disparó en seis ocasiones para anotar esos dos goles con los que se lograron los tres puntos. Ya se hablaba de las ‘dos efes’. O de las tres.

PRESENTE

El octavo menos goleado, mejoría e intranquilidad

El Córdoba actual lleva encajado un gol más que el de la pasada temporada en la misma jornada y es el octavo menos goleado de la categoría. En la séptima jornada de la pasada temporada era el cuarto, pero si entonces nunca se transmitió sensación de rocosidad defensiva, en esta campaña podría llegarse a ella, aunque con dudas en los recambios. El dinamismo que ha buscado Oltra con Bijimine le ha resultado y Caro mejora en esa parcela a Antoñito. Cisma está mejor que entonces. Y Kieszek, a pesar de los debates, parece elevar el listón. Está claro que hay mejoría, aunque sin llegar a transmitir nunca sensación de invulnerabilidad.

Más conexiones por dentro para la esperanza

Este Córdoba -lo muestran las estadísticas- llega más porque necesita hacerlo, porque no puede quedarse con los ínfimos guarismos de hace un año, asentado en la pegada del equipo. Y muestra indicios de que puede llegar a desarrollar juego por dentro. Ahora mismo, con la capacidad de Juli para solventar la justeza física de Alfaro, le vale. Pero la calidad del onubense -por ejemplo en Alcorcón- no se pone en duda. Si Caballero -u otro- da al equipo lo que éste necesita se podrá ver por fin un Córdoba que maneje el balón en campo contrario. Otro debate será el de los relevos.

El doble de producción: más ataque

La máxima es clara y tiene relación inversamente proporcional: a menos pegada, más ataque. Ese parece ser el mantra blanquiverde en esta temporada, porque fijándose precisamente en el mismo rival, un año después, la producción ofensiva es más del doble: 13 disparos, dos de ellos en gol y uno estrellado en el poste. Sin embargo, la producción del rival, siendo menor, fue parecida: siete por cinco. Y mirando al espejo de hace un año sigue estando claro que, a pesar de todo, el equipo deberá mejorar atrás y seguir progresando arriba: Rodri sí necesita ser alimentado. O Piovaccari.