Que jugar a tenis es todo un arte había quedado claro. Que ese arte podía trasladarse al público a través de una iglesia es algo nuevo, pero real. Y lo es gracias al artista Asad Raza, que se enamoró de una iglesia en desuso del siglo XVI situada en Milán y decidió convertirla en una cancha de tenis.

Su objetivo no era que se pudieran jugar partidos de tenis reales, sino que lo que pretendía era crear una belleza mediática con la ida y la vuelta de la pelota en un entorno decorado con los frescos de pintores como Giulio y Antoni Campi.

La iglesia

En su momento, la iglesia de Chiesa Di San Paolo, donde se encuentra la instalación tenística, fue desconsagrada para convertirse en un espacio de arte contemporáneo denominado Converso. Ahora, es el espacio de culto más deportivo del mundo.

Con la intención de explorar las interacciones entre humanos y objetos a través de prácticas sociales, el artista ha enmarcado la pista de tenis con diferentes líneas, redes, raquetas y entrenadores personales. Así, pretende conformar un espacio de recreación y crecimiento personal que vaya más allá del culto.