El Córdoba tendrá una última oportunidad pasado mañana, en El Arcángel ante el Reus de López Garai, de dar una pequeña alegría a sus seguidores con un triunfo que mitigue ligeramente la situación en la tabla y, paralelamente, un 2017 que se ha convertido en el annus horribilis blanquiverde de la última década. Mientras que los registros negativos se acumulan, desde la planta noble de El Arcángel se insiste en el silencio. Mutismo ante la gestión realizada hasta ahora, afasia que elimina la posibilidad de explicar qué es lo que se pretende para la segunda fase de la temporada y abandono a una afición que no hace sino dejar un El Arcángel cada vez más desierto.

En clave inmediata, el triunfo de la Cultural Leonesa en casa ante el Gimnástic de Tarragona dejó a los blanquiverdes como equipo que más jornadas lleva sin conocer el triunfo, once consecutivas, y amplió la distancia con la salvación a ocho puntos, que marca precisamente el conjunto tarraconense. Además, el Nástic tiene aún pendiente un partido suspendido en El Sadar, por lo que esa distancia se podría ir, al menos, hasta los nueve puntos. En cualquier caso, y a falta de que se cierre el año natural ante el Reus, el Córdoba ve la permanencia en Segunda a una distancia ya de tres encuentros, algo que no sucedía desde la temporada del último descenso a Segunda B, en la 2004/05.

Lo que le ocurre a este Córdoba no es sino una meta volante más de la línea descendente marcada desde el ascenso en el Gran Canaria, hace ya tres años y medio. Al descenso meteórico de Primera a Segunda se añadió una gestión más que discutible en aquel primer año en la categoría de plata. Con el equipo coliderando la Segunda, aunque con una plantilla con sólo cinco defensas y con síntomas de quedarse sin gas, el club decidió no moverse en enero -apenas Eddy Silvestre- y lo pagó competitivamente. Se metió a duras penas en las eliminatorias de ascenso y, sin Florin Andone, cayó en la semifinal ante el Girona.

La pasada temporada logró la permanencia de forma matemática en la penúltima jornada, aunque el discurso en el club, una vez finalizada la Liga, fue que «si dura la Liga unos partidos más nos metemos en el play-off». Esa ausencia de autocrítica más la toma del mando por completo en el apartado deportivo por parte del máximo accionista no ha hecho sino acelerar lo ya apuntado por el propio equipo en los años anteriores. La caída ha sido espectacular. Tanto, que el 2017 como año natural ha sido el peor del Córdoba de la última década. Sólo le salvaría de tan dudoso honor un triunfo ante el Reus, en cuyo caso, y por sólo una centésima, sería el segundo peor, justo después del 2015, influido por el desastroso paso por Primera, no salvable ni tan siquiera por el buen arranque liguero en Segunda a las órdenes de José Luis Oltra. El tercer peor año fue el 2008, con 1,07 puntos por partido, mientras que el cuarto peor de los diez fue el 2014, en el que el buen inicio, con ascenso, se vio lastrado por los números de Primera.

El mejor año de la década fue el 2012, con la segunda parte de la temporada de Paco Jémez y la primera de Rafa Berges. 67 puntos en 43 partidos para una media de 1,55 por encuentro. Eran otros tiempos muy diferentes, evidentemente.

Ante el Reus, pasado mañana, se cerrará un año para olvidar y que debería suponer un punto de inflexión para evitar la caída a Segunda B.