Los datos son abrumadores. Las carreras de la Indy arrojaban (y arrojan) una audiencia media de entre 10.000 y 20.000 espectadores en la plataforma de Movistar. La participación de Fernando Alonso en las 500 Millas elevó el número de espectadores a 450.000. Ese mismo día, el pasado 28 de mayo, unas horas antes, el GP de F-1 de Mónaco marcaba en la misma plataforma una audiencia de poco más de 200.000 espectadores, 100.000 menos que el año anterior. ¿La razón? Este año no participaba el bicampeón asturiano.

Los datos ofrecidos por Kantar Media, la empresa que mide las audiencias en España, no ofrecen dudas: el asturiano es quien ejerce el tirón y los espectadores le siguen allá donde compita, independientemente de cuál sea el certamen. La decisión que el asturiano tome sobre su futuro («lo haré después del verano, sobre el mes de septiembre», dijo este viernes en el paddock de Montreal, donde este fin de semana se disputa en el GP de Canadá con otra lucha cerrada en Mercedes y Ferrari), condicionará y mucho el interés -y el precio, claro- de los derechos audiovisuales de la F-1 en España. El contrato de Movistar (65 millones por temporada) expira a finales de este año, y la plataforma tendrá que competir contra Mediapro y, quizá, Mediaset, por su renovación en torno a un precio que dependerá de si Alonso sigue en F-1, y si puede o no ganar, claro. Este viernes, durante los primeros ensayos libres, estaba marcando el 13º mejor tiempo cuando desde su box le dijeron que detuviese el coche por un problema en la dirección.

EL GRAN NEGOCIO

«La TV de pago proporciona, ahora, ingresos más altos, pero no podemos perder de vista que necesitamos la televisión en abierto para llegar a más gente y que los patrocinadores tengan más visibilidad. No todos los países son iguales. Los hay con más penetración de la televisión de pago (como Inglaterra), y otros que no tienen tanta (como España). Tenemos que buscar el equilibrio entre los ingresos corto plazo, y un plan a medio y largo plazo con experiencias distintas que lleguen al máximo de gente», explicó este viernes Chase Carey, cabeza visible de Liberty Media, la nueva dueña del negocio de la F-1 y alguien que sabe, más que nadie, de televisión y deporte.