Casi un parto. Siete meses ha tenido que esperar la afición cordobesista para volver a disfrutar de una victoria de su equipo. Entonces, como ayer, el Granada fue su víctima. Pero más allá del juego y del resultado, ayer estaba la incógnita de cómo respondería El Arcángel tras la triste despedida de Primera. Y la grada respondió entonando aquello de Volveremos tras el segundo tanto del Córdoba, de Nando, un joven bajito cedido por el Valencia que aprovechará esta temporada para seguir formándose como futbolista. ¿Les suena, verdad? Pues no es. Y nada tiene que ver el ánimo en la grada con el mosqueo general con el que se bajó el telón en El Arcángel. "Borrón y cuenta nueva", ese mantra repetido desde distintas esferas. No es que haya euforia, pero, al menos, no hay enfados.

Suena el himno. Diferente, que no raro. Apenas hay público. Poco más de un tercio de entrada en el coliseo ribereño, pese a ser partido de abono, de los más de 15.000 abonados, y la oferta de dos por uno. Pero se aplaude. Los que están van con el equipo. Ni rastro del malestar del año pasado. No hay nada. No hay cánticos protesta ni para jugadores, ni directiva, ni reivindicando pancartas. Nada.

Comienza a llegar el olor a barbacoa. Todo el mundo habla de ello. Hay hambre. La segunda parte pierde intensidad y ya se ha agotado el tema de los fichajes: los que gustan, los que no gustan, los que quedan por llegar, los que se van a ir...

Un grupo de niños saharuis disfrutan del fútbol y de la vida en El Arenal. Solo se les escucha a ellos. Termina el encuentro y suena alto el himno por megafonía. Y no es para tapar los cánticos. El ambiente en El Arcángel ha cambiado.