El aplastamiento del Valencia (7-0) fue un conciso ejemplo del poder demoledor que tiene el Barça concentrado en su delantera. El equipo de Gary Neville acabó con más agujeros que un colador, taladrado sin piedad por el tridente. Messi y Luis Suárez se repartieron el siete, y Neymar, en esta ocasión, brilló en todas las facetas excepto en el remate: el fallo del penalti le privó de la felicidad absoluta.

Nada menos que 202 goles han reunido la tripleta en un año y medio jugando y riendo juntos. «Lo maravilloso de los tres es que no se ve envidia, son gente sana y feliz, y eso es difícil», dijo Diego Simeone desde la admiración el viernes, antes de ser ejecutado el Atlético por el mismo procedimiento que el Valencia. Pero sin tanta saña, aunque acabara con nueve jugadores.

La llamada Messidependencia ha desaparecido. O se ha transformado en un vocablo irreproducible que debería contener el nombre de los tres. En ese caso, estaría justificado. Los delanteros han aumentado su influencia goleadora. Aportan el 76,2% de los tantos del Barça, siete puntos más (69,7%) de la temporada anterior, cuando se repartieron 122 de los 175 goles que permitieron capturar el triplete.

Messi sigue sobrepasando con naturalidad los 40 goles por temporada (seis campañas lleva así) y, sin embargo, sus compañeros han disparado sus registros. Especialmente Neymar, que ha triplicado la aportación de su primer ejercicio en el Barça (12) en el segundo (39) y que podría mejorar en el tercero (suma 21) ante la horquilla de 21 a 26 partidos que habrá si el equipo avanza en la Champions.

A Neymar le veo alegre y dicharachero como siempre, es vital como cualquiera del ataque”, explicó Luis Enrique tras el festival copero, 17 días después del atropello al Athletic en la Liga (6-0). Y, efectivamente, son vitales los componentes de la delantera. Así está construido el Barça, con todo el poder concentrado en la primera línea. Hasta los suplentes disfrutaron su noche de gloria. Sandro ligó un triplete ante el Villanovense (6-1) y Munir firmó sendos dobletes ante el Villanovense y el Espanyol.

Todos son vitales para Luis Enrique porque ellos son la llave de las victorias. Solo han dejado de marcar en 7 de los 39 partidos en los que han participado, aunque en dos de ellos (los de la eliminatoria con el Villanovense) no intervinieron. Han coincidido los tres en 15 encuentros, pero la ausencia de alguno apenas se nota, con los números en la mano.

Luis Suárez aterrizó en el Camp Nou avalado por la etiqueta de goleador -de ahí los 81 millones que costó- y, lejos de bajar su producción ante la necesidad de repartir con otros las ocasiones que antes eran todas para él, la ha multiplicado. Incluso en un campeonato mucho más competitivo que en el holandés con la segunda mejor marca de su carrera. En el Ajax 2009-10 logró 49 goles en 48 partidos.

Suárez anotó ante el Valencia su cuarto partido de la temporada marcando tres goles o más. El de Messi era apenas el segundo (le endosó tres al Granada), entre que no se obsesiona tanto con marcar y que se ha pasado dos meses lesionado, pero tiene ya 34 pelotas en Castelldefels, y suma casi 200 goles más que su compañero de generación (Suárez nació el 24 de enero de 1987 y Leo, el 24 de junio del mismo año).

La potencia goleadora del tridente contrasta, en cambio, con la dudosa solvencia desde el punto de penalti. Algo insólito, y que también se vio frente al Valencia. Parece un chiste pero no lo es. Catorce penaltis ha chutado el Barça y solo ha transformado ocho, aunque dos más acabaron el gol tras el rechace del meta. Neymar y Messi han fallado la mitad de los que ha lanzado (4 de 8 y 2 de 4). Suárez se ha mostrado infalible (2 de 2 aciertos)