El 2017 será el año de los retos para el Córdoba desde la perspectiva de su nueva presidencia, que ostenta desde el pasado 22 de diciembre el hijo del máximo accionista, Alejandro González. Con tan solo 25 años, González hereda una poltrona que, junto a grandes logros deportivos en comparación con el último medio siglo de existencia del club, ha estado envuelta en no pocas polémicas y que ha dejado varias tareas pendientes sin cerrar, a pesar de que su antecesor y padre, Carlos González, aseguró que dejaría resueltas antes de abandonar la presidencia.

Los retos de Alejandro González se podrían concretar en cuatro. El primero, el deportivo. El Córdoba que preside desde hace menos de dos semanas es un equipo que ha cosechado dos fracasos en las dos últimas temporadas y en la actual tiene por delante no caer en los errores del inmediato pasado en forma de refuerzos de una plantilla mejorable a todas luces, sobre todo en la parcela defensiva. El segundo, el institucional. Alejandro González, ya antes de tomar posesión, comenzó a tender puentes con el actual Gobierno municipal, vías que han de tener reflejo tangible. El tercero se centra en la masa social, desde las tristes sanciones a abonados hasta el impedimento de entrada de pequeños accionistas a las juntas. Y el cuarto, el de la ciudad deportiva, encerrada en un laberinto de complicada salida. El 2017 debe ser intenso.

1. Exigencia con inversión y autocrítica

El nivel de exigencia en el Córdoba en el último lustro ha dado un salto desde la llegada de Carlos González. Esa exigencia se ha mantenido, aunque su relación con la autocrítica y correspondiente inversión ha dejado que desear. Será una de las distorsiones a arreglar por Alejandro González, que ya la temporada pasada como consejero vio que el objetivo del ascenso «sí o sí» descarriló en Girona y, a pesar de ello, la evaluación que se hizo de la temporada fue de «sobresaliente». Una nota que no cuadra si realmente se mantiene el nivel de exigencia y se quiere catalogar al Córdoba como «un grande de Segunda». Una grandeza que no encaja con el nivel mostrado por el equipo en algunas líneas, sobre todo en defensa, ni con su límite salarial, el decimosegundo de la categoría. Aunque en este último aspecto se verá más que limitado por las exigencias económicas anuales del máximo accionista. Acercar obligaciones a la autocrítica e inversión no será fácil para el nuevo presidente.

2. Ya ha tendido algún que otro puente

Si en lo deportivo no tiene fácil superar a su padre, en las relaciones institucionales la presidencia de Alejandro González tiene mucho campo y margen en lo que mejorar. Por desgracia, su antecesor se caracterizó por una relación de confrontación incluso cuando hubo cierta disposición por las otras partes. Antes ya de tomar posesión como nuevo mandatario blanquiverde, el presidente más joven del fútbol profesional en España empezó a tender puentes con el Gobierno local, en el que el principal interlocutor ha sido Pedro García, teniente de alcalde y presidente de la Gerencia Municipal de Urbanismo, quien continuamente ha reiterado que «el Córdoba CF tendrá en el Ayuntamiento a un aliado». Pudo plasmarse esa alianza en la pretemporada en Holanda como primer paso, pero finalmente ha sido en el campus de Bombay. El objetivo, como el propio presidente dijo el día 22, es que la relación sea beneficiosa para todos, no solo para una de las partes.

3. Otro aspecto claramente mejorable

Todos contra todos. La política de su antecesor en el cargo ha parecido ir destinada al enfrentamiento entre todos los sectores de la afición cordobesista. Y parece haberlo conseguido, algo que desde luego no es beneficioso ni para el equipo, ni para el propio club. Posiblemente, lo más triste se centre en lo ocurrido en las dos últimas temporadas, en las que diversos aficionados han sido sancionados o advertidos de sanción por sus comentarios en las redes sociales o por sus gritos en el estadio. Para colmo, el portazo a los accionistas minoritarios ha dejado a los propios aficionados sin la posibilidad, al menos, de poder expresarse al consejo de administración una sola vez al año. Dar voz a éstos en un apartado de ruegos y preguntas no parece que sea una amenaza para el club y la masa social escucharía alguna explicación sobre el estado del Córdoba en todos los órdenes. Volver a unir al menos a una parte de la afición no será labor de un día, pero tampoco algo imposible. Alejandro González aparenta tener un talante menos frentista y más dialogante. Imagen que deberá confirmar a partir de ahora.

4. La paradoja de los nombres

Otro reto, nada fácil, que tendrá Alejandro González se centra en la ciudad deportiva, un recinto del que al hacer un repaso por los nombres que «ha tenido» en los últimos cinco años éste deja a las claras la paradoja, vía enfrentamientos, en la que se ha vivido. De Rafael Gómez a Juanín. Tras el contencioso con la Escuela de Juanín y Diego el club aseguró que se llamaría Ciudad Deportiva de la Fundación del Córdoba CF. Y, ahora, la entidad bautizó al recinto como «Fábrica de Talento». En cualquier caso, nombres de una instalación sobre la que no se tiene ningún derecho y cuyos propietarios (según el Registro Mercantil) han interpuesto una demanda de desalojo. Al parecer también la interpuso Rafael Gómez, según el ya expresidente, que desde su llegada prometió que no se iría sin que el club tuviera instalación propia para las categorías inferiores y el primer equipo. Autovía a Málaga, Encinarejo, Iccosa, Parque del Canal... El Córdoba continúa sin ciudad deportiva, enfangado en varios procesos judiciales y con esa demanda por desalojo en el horizonte. Otro de los grandes retos para Alejandro González.