Hasta el próximo 31 de marzo, un amplio catálogo de piezas del artista cordobés Pepe Espaliú se expondrán en el centro de arte que lleva su nombre, bajo el título Pepe Espaliú. Apuntes y documentos . La exposición, organizada conjuntamente por el Ayuntamiento de Córdoba y Vimcorsa, pretende "recuperar el periodo más secreto e inédito del autor" --explicó el comisario de la exposición, José María Báez-- a partir de obras desarrolladas entre 1973 y 1993, con las que se busca reflejar la peripecia biográfica de este artista. Con este fin, el material expuesto se centra en 82 obras, entre las que destacan el boceto de la escultura Four Provisional Suicides (1989) --que se ha elegido como motivo para promocionar la exposición--, la composición Variaciones sobre la imagen de Jean Arthur y el tetrabrik de leche Rania (1975), vinculada a la serie fotográfica sobre la Santa Cena (que se expone en la misma sala); fotografías de inauguraciones; catálogos; carteles; cartas de Guillermo Paneque a Espaliú y manuscritos del propio Espaliú en respuesta a cuestionarios para entrevistas; así como varias obras inéditas como una pieza de gran formato realizada sobre papel en 1973 y dos piezas pintadas en Barcelona entre 1976-1977, "en las que el color negro y una amplia gama de grises forman parte ineludible de la dramática y densa narración" por la que apuesta este creador, apunta el comisario. También pueden verse el retrato María Iruretagoyena , de Julio Romero de Torres, que el propio Espaliú seleccionó para la exposición Un secreto fluir , que comisarió en 1992; a través de la cual se pone de manifiesto, según Baéz, "la reivindicación que hace Espaliú de la obra del pintor cordobés, valorando su singularidad y rareza, que es lo mismo que define su obra", subrayó. Los argumentos sobre los que basculará su trabajo durante la etapa en que se dedicó a pintar (desde 1983 a 1988) se ven plasmados en los apuntes y bocetos que desde ayer recoge esta exposición, marcados por sinuosidades de explícita referencia sexual, formas vinculadas a la heráldica, siluetas de rostros y manos, entrecruzamiento de hilos tensados y guantes, así como bosquejos, realizados la mayoría de las veces a bolígrafo, cuya rapidez del trazo delata una cierta pulsión hacia el juego de las variaciones.

A partir de 1989 Espaliú no volvió a pintar, volcándose en el dibujo y sobre todo en la escultura, hasta su muerte en 1993. Los apuntes, ejecutados a veces en grafito y otras en tinta, irán en aumento. Estos cuadernos finales se suceden como una secuencia de los mundos frágiles y rotundos, enigmáticos y siempre hirientes, que le obsesionaron: textiles anudados y adheridos a planchas de hierro, campanas coronando herméticas cajas, jaulas duplicadas, torsos y figuras femeninas huecas, sillas, muletas, etc. Una muestra más que representativa del universo creativo de este enigmático autor.