El cineasta iraní Asghar Farhadi ha ganado por segunda vez el Oscar a la mejor película en habla no inglesa con esta producción, después de que ya lo consiguiera con Nader y Simin, una separación (2011), aunque lo que ha quedado de esta última gala ha sido su no asistencia para recoger la estatuilla como protesta a la política de inmigración que lleva a cabo el reciente presidente de EEUU y que parece ser ya ha sufrido el director en sus propias carnes. No obstante, la calidad de esta obra está muy por encima de cualquier escándalo y debería pasar a la historia más por el gran valor artístico que posee.

Hay dos dramas que confluyen en El viajante, el que vive como pareja un matrimonio de actores, él profesor y ambos actores, y el que representan sobre las tablas: Muerte de un viajante de Arthur Miller. El film arranca cuando la casa donde viven tiembla y han de abandonarla, teniendo que buscar un nuevo hogar a la desesperada. El nuevo habitáculo aún conserva, incluso, las pertenencias de la anterior inquilina, aunque se adaptan como pueden. Mientras él se detiene para hacer la compra después del último ensayo de la obra, ella se adelanta y le espera en casa. En ese espacio de tiempo, hasta la llegada de él, un incidente que permanece fuera de campo provocará que se desencadene toda la trama posterior, donde este hombre vivirá entre el dolor que asola a su pareja y la venganza que intentará llevar a cabo.

Tanto Shahab Hosseini, en el papel de este profesor de literatura (pluriempleado como actor de teatro) que al comienzo recibe el halago de un alumno que lo considera como uno de los mejores y que veremos cómo va menguando, como Taraneh Alidoosti, que encarna a la actriz que carga con la depresión causada por las heridas que lleva dentro, trasladándolas a su papel en la obra, que debe representar sacando fuerzas de donde no hay, están sencillamente magníficos. En definitiva, una película más que recomendable por su sencillez y dramatismo.