Hace 16 años comenzó una carrera con la fama y la popularidad que otorga la televisión gracias a su participación en el programa Operación Triunfo, pero muy pronto se dio cuenta de que sus sueños poco tenían que ver con las multinacionales discográficas, su burocracia y protocolos. Así, la cordobesa Vega decidió muy pronto adentrarse en la aventura de la autogestión, superando obstáculos que la han hecho fuerte y, «aunque haya tardado más, he llegado como quería llegar», dice la cantante, que el día 28 presentará en la sala Hangar de Córdoba La reina Pez, su último disco, lleno de canciones propias que también reflejan el momento de madurez que vive esta intérprete y compositora.

-¿Como está recibiendo el publico ‘La reina Pez’?

-Creo que bien, en la medida que tiene que recibirlo. Es un disco que corresponde a una etapa distinta de mi vida, donde la forma de afrontar las temáticas es más madura. No es que no sea masivo, porque enseguida se colocó en el número dos en ventas, pero no es del estilo de la música que se oye en las radios.

-¿Y usted? ¿Tenía ganas de cantar sus propias canciones? ¿Lo está disfrutando?

--Lo disfruto mucho y tengo ganas de volver a subirme al escenario. Prácticamente arranco ahora la gira porque en verano descanso. No suelo hacer festivales, me gustan más las giras de organización propia, donde sabes que el público viene a verte a ti y es participativo.

-En sus discos no hay un denominador común. ¿Va en busca de su propio género?

-Sí, así es. Lo sufrí cuando era jovencita, y creo que el encasillamiento dentro de un género es un error, sobre todo si te gustan tantos. Yo soy cordobesa, y de pequeña he mamado el flamenco y lo escucho, pero también oigo música brasileña, rock, jazz, pop… Cuando eres compositora y tienes tantas influencias, al final aspiras a que te reconozcan cantes lo que cantes y hagas lo que hagas. Que el género sea el artista, esa es la meta para mí. No solo para mis discos, sino para las canciones que compongo para otros.

-Musicalmente hablando, este es un disco muy guitarrero. ¿Le pedía el cuerpo acercarse al rock?

-Nunca he dejado de hacer rock, algo que considero más una actitud, pero sí que me apetecía hacer un disco de guitarras, y salió así. Pensé que me iba a Berlín a grabar un disco bastante más ligth, y volví con este disco de rock.

-La mujer es una parte importante del contenido de las canciones de ‘La reina Pez’, pero están compuestas mucho antes de este ‘boom’ feminista que vivimos. ¿Qué le parece? ¿Cree que ha llegado la hora de las mujeres o todo esto quedará en agua de borrajas?

-Yo espero que, como todo en la vida, nos quedemos en un término medio. Me encantaría que llegara la hora de las mujeres porque creo que no nos queda nada que demostrar en todos los ámbitos. Hay mujeres sobradamente preparadas y que, por méritos propios, merecerían estar en mejores sitios, con mejores oportunidades y sueldos. Pero creo que ha habido un boom mediático en torno al empoderamiento de la mujer que ha desdibujado un poco cuál es la finalidad, que se haga algo de verdad, porque de las palabras al hecho siempre hay un trecho. Espero que en ese trecho nos quedemos, al menos, por encima de la mitad del camino. Es muy necesario.

-¿Ha sentido el machismo en sus propias carnes?

-¿Qué mujer no lo ha sufrido? En España, quien ahora tiene más de treinta años ha crecido con una cultura en la que siempre se ha desprendido algo de machismo. Yo, como mujer, no pido ni siquiera las cuotas, me parece una medida cortoplacista con la que se da la excusa del millón a los misóginos. Para mí, es una cuestión de méritos. Hay mujeres muy preparadas y también las hay que no lo están, igual que los hombres. También me he encontrado con hombres en mi carrera que siempre me han dado mi sitio. No creo que todo sea tan blanco ni tan negro, simplemente es una cuestión de oportunidades.

-En otra de las canciones, ‘Sally’, habla de cambios y madurez. ¿Está en ese momento?

-No me queda otra. Soy consciente de que tengo un público bastante joven, que tenía cinco años cuando empecé, pero es lógico y válido que los sueños se modulen. A lo mejor, con 20 años quería llenar estadios y tener un cuerpo de bailarines y luces apuntándome, y ahora soy feliz así, en el punto en el que estoy.

-Supongo que la maternidad también la ha cambiado.

-Como a todas las madres. Yo sigo siendo la misma mujer que antes, pero la adaptación al trabajo es distinta. Tengo un oficio en el que la parte de la composición la puedo hacer en casa, pero yo no puedo llevar un bebé por un país distinto cada dos días. Lo sufro mucho porque mi hija tiene ahora dos años y empieza a hablar y a interactuar. Trato de salir como mucho diez días seguidos para intentar normalizarle la vida, ya no por lo mal que lo paso yo, sino porque no quiero que sienta mi ausencia.

-¿Hay temáticas que elude a la hora de componer?

-Normalmente, no me gusta tocar las temáticas donde pueda haber una pluralidad de opinión. Tengo mi opinión personal sobre muchas cosas, pero no dejo de pensar que soy un espejo donde, a veces, se mira gente joven, y condicionarlos según las experiencias de vida propia sería un poco injusto. La política no me gusta nada, me enfado mucho. Tampoco suelo adentrarme en temas sociales porque creo que es fácil tocar la fibra sensible con cuestiones dramáticas, y pienso que la música está para ser un bálsamo en la vida de la gente.

-El diseño del disco también es muy especial, incluso escribe las letras de las canciones con su propia caligrafía y con material biodegradable. ¿Una activista del medio ambiente?

-Debo reconocer que no soy activista de nada. En este disco, hay palabras que tienen más peso, como el agua, los mares, los ríos… Me impactó un documental sobre la cantidad de porquería que llega al mar y pensé en cómo aportar mi grano de arena como ciudadana. Nosotros fabricábamos discos con plásticos y yo tengo una guerra personal con ellos, así que buscamos un formato y la ayuda para poder hacerlo, porque no es barato, y en el diseño volvía a contar con María González, que es una artista cordobesa afincada en Londres.

-Comenzó su carrera con la fama que da la televisión y luego decidió abrirse camino por sí misma. No debió ser fácil salir de los brazos de una multinacional discográfica y lanzarse a la aventura.

-No solo no fue fácil, sino que se hizo a través de abogados, con todo lo que requiere salirte de una multinacional y su burocracia. Mi relación con el público estaba muy distante, si quería compartir un vídeo con mis seguidores y poder hablar con ellos, necesitaba 15 días para que dieran la aprobación en Tokio, y entonces me ponía a la cola de una larga lista de artistas. Me restaba frescura, todo era sumamente estudiado, y decidí salir de todo eso.

-Está claro que usted sabe decir no, algo que a muchos les cuesta. ¿Ha tenido que sacrificar algo por esa libertad?

-Muchas cosas, más de las que cree la gente. No decir no, en mi opinión, no ayuda nunca, porque acabas haciendo lo que no quieres hacer y lo vas a pagar física o mentalmente algún día en tu conciencia. Pero también tiene unos peajes como, por ejemplo, que un disco que a la semana de su lanzamiento se coloque en segundo lugar en ventas no suene en las radios. Los «no» tienen sus consecuencias, pero no pasa nada. No es que mi carrera vaya más despacio, simplemente va por otro lado.

-Y le siguen gustando los retos.

-Me encantan, y he conseguido varios que son hitos a los que no se le da importancia o bastante comunes en artistas que están bajo grandes multinacionales, pero para mí, con un sello propio, colarme en el mercado internacional es muy importante, y eso no lo conseguí cuando estaba en una gran discográfica. Con esto me doy cuenta de que he hecho bien las cosas y, aunque haya tardado más, he llegado como quería llegar. Tiene sus satisfacciones.

-Dentro de los retos también se puede incluir la grabación de ‘Non ho l’etá’. ¿Por qué no hizo una gira con este disco de canciones italianas?

-Me hubiera gustado, y la teníamos programada, pero la tuve que cancelar porque enfermé, y cuando empecé a recuperarme ya tenía el proyecto de La reina Pez. Eran dos discos que iban a salir a la vez en el 2016, pero me quedé embarazada y grabé solo Non ho l’etá, y cuando quise hacer esa gira se empezaron a solapar las fechas. Pero quiero retomarla porque disfruté mucho como intérprete con ese disco, era un reto nuevo para mí, eran las canciones que escuchaba en casa de pequeña. Durante un año di clases de italiano para pronunciar bien y poder meterme en una época musical que me gusta más que la de ahora.

-Está acostumbrada a cantar con grandes artistas, pero en este disco contó con la colaboración de Elvis Costelo. ¿Cómo fue la experiencia?

-Bonita, bizarra, extraña. Lo conocí a través de un amigo y él mismo le contó que estábamos haciendo ese disco. Estuvimos hablando y fechamos la grabación el día que salía de cuentas de mi embarazo, pero pensé que, al ser madre primeriza, se retrasaría. Pero, finalmente me tuve que levantar e irme a dar a luz. Recuerdo que Elvis me sugirió que llamara a la niña Costela, pero, aunque lo admiro mucho, no lo hice. Al final, él hizo la grabación desde Canadá. Maravillas del sky.

-Otra de sus facetas es la de componer para otros artistas.

-Sí, es una parte importante de mi sustento y de mi independencia. Pero yo no tengo catálogo, solo hago canciones por encargo. La gente me llama, y cada día más, lo que es muy bueno para mí y también significa que mis temas funcionan en los artistas que me los han pedido. Son canciones que están hechas a medida del público que tienen y de lo que ellos quieren cantar, porque esa labor me la tomo como un sastre. Intento que el intérprete se sienta con mi canción como si fuera suya.

-¿Qué es lo mejor de su profesión? ¿Qué parte de ella es la que más disfruta?

-Yo creo que la composición. Es algo que solo depende de mí y es la que más disfruto. No responde a necesidades de tener que cumplir con expectativas de nadie, ni económicas ni profesionales. Pero con los años he descubierto que también me gusta mucho el escenario, es donde puedo ver las caras del público y donde te das cuenta de lo que está pasando con mis canciones.

-Hablando de escenarios, el día 28 presentará sus nuevas canciones en Córdoba. ¿Qué significa para usted actuar en su ciudad? ¿Tiene alguna sensación extraña o diferente al tocar aquí?

-Sí, porque es la ciudad en la que menos he tocado de toda España.

-¿A qué se debe?

-Siempre ha dependido de que yo haya querido hacer pasar la gira por aquí. Me gustaría repetir en el Gran Teatro, porque aquí tengo un público, quizá más mayor, al que le cuesta estar en una sala dos horas de pie, pero esos alquileres los pueden cubrir los artistas que tengan las entradas por encima de 50 euros. Y yo siempre me negaré a que los cordobeses tengan que pagar por verme cantar más de lo que se paga en otro sitio. Y la consecuencia es que, cuando toco en Sevilla, los cordobeses van a verme allí. Es una pena. Así que vuelvo a una sala pequeña porque es donde puedo permitirme el lujo de poner la entrada al mismo precio que en los demás sitios. Con Córdoba tengo una espina clavada. A veces me digo que aquí soy polaca. Tengo tierra de adopción gallega y allí toco mucho más. En 16 años de carrera, jamás me han contratado en Córdoba, es un sinsabor.

-¿Qué ha pensado para ese concierto?

-Además de los temas de La reina Pez, también habrá guiños a los discos anteriores, incluido Non ho l’ethá. Me acompaña una artista cordobesa, Laura Gómez, y quiero hacer un concierto muy de casa, muy de amigos, lo más parecido a cuando se originó esa pasión por la música en mí. Quiero convertirlo en algo muy cercano y familiar. Como en casa.