'El estado de sitio'

Autor: Albert Camus.

Versión: Juan García Larrondo

Producción: Centro Andaluz de Teatro

Intérpretes: José Pedro Carrión, Juanma Lara, Esther Ortega, Luis Rallo, Celia Vioque, Luis Centeno, Lara Chaves, Nerea Cordero, Marta Escurín, Diego Falcón, Amparo Marín, Virginia Nölting, Javier Parra, F.M. Poika, Esther Pumar, Norberto Rizzo, Jorge Ruiz y Miguel Zurita.

Dirección: José Luis Castro.

Lugar: Gran Teatro

Día: Viernes, 20 de enero

El Estado de sitio , de Albert Camus, basada, en cierto modo, en la novela del mismo autor La Peste , es el texto que el Centro Andaluz de Teatro, dirigido por Francisco Ortuño, ha escogido para celebrar el II Centenario de la promulgación de la Constitución de 1812 (La Pepa). La escasa media entrada puede reflejar la caída del interés de cierto tipo de público más proclive a la comedia o al nombre y apellidos de tal o cual actor o actriz. A pesar de que en este caso no ocurre esto, desde el primer momento el texto del Premio Nobel de literatura surge fácil y envuelve al espectador en una reflexión filosófica acerca de en qué se convierte el ser humano cuando se carece de dios o de una moral universal.

El hombre se desarrolla, ama, crece y muere de forma normal hasta que llega la irracionalidad inevitable que nos lleva hasta el absurdo y que en la puesta en escena está representada por la Peste, que tiene a su servicio a la Muerte.

Toda la obra es un alegato. La escenografía muestra la desolación que se apropia de todo desde el momento en que falta la libertad y el hombre pierde el control de lo racional y entra en el terreno de lo absurdo.

La Peste representa al Mal y a todo lo malo que el ser humano desarrolla para enfrentarse al resto de la humanidad. La obra se sitúa en el Cádiz de la dominación francesa, representa ese territorio sin más entrada ni salida que el dominado por la autoridad que socava la libertad individual. José Luis Castro organiza alrededor de este tema un montaje eminentemente coral que resalta el tono narrativo similar al de Kafka, con sentencias que tienen varios significados al aplicarlos a las conciencias y a la condición humana.

Los personajes de la Peste y la Muerte cumplen a la perfección su cometido, resolviendo con profesionalidad algún que otro desliz. Rallo, como el "hombre joven" enamorado, a veces está un poco afectado, pero puede ser una impresión mía. El borracho, el desahuciado por la vida, el mendigo, el que nada tiene, es el que triunfa, es quien hace comprender a los hombres la importancia de la rebelión. El actor que lo incorpora, José Pedro Carrión, hace gala para ello de un derroche de expresión facial y corporal, además de servirse de su voz grave para añadirle todas las inflexiones vocales necesarias y así dotar a su personaje de la "desvergüenza" necesaria para reírse de los malignos y salir indemne de ello.

La obra, tal vez un poco excesivamente larga como es moda últimamente, arrastra al espectador por los vericuetos del fondo filosófico del texto de Albert Camus y le deja sin capacidad de reacción cuando debería bajar el telón. Se hace un largo silencio hasta que en alguna parte suena un tímido aplauso.