La reapertura del Gran Teatro en 1985 fue el detonante para la creación de un coro lírico en Córdoba que este año ha llegado a su treinta aniversario con el mismo carácter amateur y la infinita ilusión con la que surgió, pero, sobre todo, con una mochila cargada de éxitos inimaginables cuando inició «con fe ciega» su «incierta andadura», como señala Carlos Hacar, el primer director del Coro de Ópera de Córdoba, que el próximo viernes celebrará esta efeméride con un concierto en el Gran Teatro. Junto a Pedro López, Hacar -que participará en esta actuación junto a otros cuatro exdirectores del coro- impulsó esta agrupación de la que hoy puede sentirse orgullosa la ciudad, que, en gran medida, desconoce la relevancia que la agrupación tiene y ha tenido a lo largo de su trayectoria, movida siempre por el afán de poder disfrutar de una temporada lírica en el espacio escénico entonces recién estrenado. De ahí su primera denominación: Coro Titular del Gran Teatro.

Tras su presentación oficial en el viejo coliseo cordobés, el 20 de junio de 1987, su carrera ha estado jalonada de hitos como la inauguración, en mayo de 1991, del Teatro de La Maestranza de Sevilla con una gala lírica que presidió la Reina Sofía y en la que las voces cordobesas se codearon con las de Plácido Domingo, Teresa Berganza, Montserrat Caballé, José Carreras, Alfredo Kraus y Pedro Lavirgen, entre otros. Meses más tarde, la Exposición Universal de Sevilla de 1992 puso en bandeja a esta agrupación uno de sus trabajos más importantes: participar en la temporada de ópera de ese teatro sevillano, «después de pasar brillantemente un riguroso examen», recuerda Hacar, que resalta que el coro nació de las aulas de Canto del Conservatorio Superior de Música, que, por entonces, dirigían la ya prestigiosa soprano Carmen Blanco y el propio Hacar.

CARÁCTER DOCENTE «La creación del coro tuvo, fundamentalmente, un carácter docente, para que los alumnos de Canto pudiesen practicar sobre el escenario la teoría que recibían en las clases», continúa Hacar, que recuerda que durante sus diez años de dirección se pusieron en escena nada menos que 21 representaciones de ocho títulos de zarzuela y otras 61 de 19 títulos de ópera. También conoce muy bien los orígenes de esta agrupación la soprano Carmen Blanco, que después de una importante trayectoria en solitario en grandes escenarios del mundo, decidió volver a Córdoba, donde se puso al frente de una de las aulas de Canto del Conservatorio. «¿Cómo vamos a dar ese paso si no tenemos una orquesta?», preguntó la cantante cuando le expusieron la idea de crear un coro. El piano fue la respuesta, aunque poco después Córdoba gozaba de una orquesta sinfónica que este año ha celebrado su 25 aniversario. «El entusiasmo fue el motor de todo aquello, poco a poco fue apuntándose mucha gente, no solo los alumnos de Canto», hasta llegar a unas 70 personas, recuerda Blanco. Y uno de ellos fue el médico Antonio Redondo, que pertenece al coro desde sus inicios. «En aquella época había que ensayar mucho, y siempre por la tarde, ya que por la mañana cada uno tenía su trabajo», rememora Redondo, a quien siempre le gustó cantar e, incluso, siendo muy joven, formó un trío con Pedro Lavirgen y Francisco Barco. «Tenía 53 años cuando decidí aprender música, me matriculé en el Conservatorio y fue en ese momento cuando surge la creación del coro, que a mí me dio la vida».

PRIMERAS ACTUACIONES Ambos se emocionan cuando recuerdan aquella primera actuación en junio de 1987, aunque Blanco ya conocía el sabor del aplauso del público. «Me hacía mucha ilusión cantar con mis alumnos», dice la soprano, mientras que para Redondo, «fue grandioso». «No se me olvidará nunca», asegura el médico, que recuerda entre risas y nostalgia que, según le decía su esposa, «tendría que pagar por ir a cantar». Pero para ambos, lo más «increíble» fue la inauguración del teatro de La Maestranza de Sevilla. «Eso sucedió gracias a Pedro Lavirgen, que sugirió nuestra participación» porque, además, en aquel momento, el de Córdoba era el único coro estable de Andalucía y el tercero de España, recuerda Blanco.

FIGURAS DE LA LÍRICA Con los años, la agrupación se convirtió en una escuela, adquiriendo una práctica escénica que la llevó a trabajar con los mejores cantantes y directores del mundo en grandes escenarios. «Todos decíamos, como Concha Velasco, ‘mamá quiero ser artista’ y allí se movía la gente con mucho desparpajo», reconoce Blanco, que aún sigue formando parte del coro a sus más de ochenta años, igual que Redondo. «Hasta que nos echen», dicen al unísono los dos cantantes, que recuerdan un «maravilloso trato» por parte de todas las figuras de la lírica con las que han compartido escenario.

«La mayoría no éramos profesionales del canto, así que imagínate lo que suponía estar junto a Plácido Domingo o Monserrat Caballé», dice Redondo. Pero el carácter amateur devino en profesional en algunos miembros de este coro que ahora son figuras internacionales de la lírica, como Pablo García López, Auxiliadora Toledano, Paco Santiago, Carmen Serrano o Juana Castillo, lo que «emociona» a Blanco como profesora y a Redondo como compañero.

«Nos enfrentamos a repertorios muy difíciles», señala Redondo, que recordó la participación del coro en el 2002 en la película Callas Forever, de Franco Zeffirelli sobre la vida de María Callas. «Fue una mezcla de ilusión y cansancio», recuerda Blanco.

Pero aquellos primeros años llenos de entusiasmo, en los que la existencia de la Asociación Lirica de Córdoba auspiciaba una semana de zarzuela al año, fueron evolucionado de la mano de la condiciones económicas de cada momento. «Una producción de ópera cuesta mucho dinero, y de las cinco representaciones líricas que teníamos a principios de los años noventa (tres óperas y dos zarzuelas), según fueron pasando los años y los presupuestos se recortaban, los montajes fueron disminuyendo hasta llegar a los tiempos actuales, que hay una ópera al año», dice Hacar.

«Algunos de los componentes de este colectivo arriesgaron su patrimonio por su afición a la zarzuela», continúa el profesor y director de Canto, que considera que la ausencia de la lírica en los escenarios cordobeses se debe, sobre todo, a la falta de apoyo institucional. «Se vieron forzados a desaparecer después de muchos años de esfuerzo», subraya Hacar.

EVOLUCIÓN En este sentido, José Ortega, actual presidente del Coro de Ópera de Córdoba, señala que esta agrupación ha tenido sus altibajos, «aunque nadie pensaba que llegaría a una posición brillante en sus inicios, que tuvo un apogeo que casi los desborda». Después vinieron otros tiempos y el Gran Teatro optó por «dividir las producciones», lo cual también supone «dividir recursos», porque muchos componentes forman parte de varias agrupaciones a la vez y «eso debilita al coro», ya que falta «motivación». «En esta ciudad van naciendo grandes voces que se pierden si no hay un coro de referencia».

El apoyo de Cajasur ha sido vital para la supervivencia de la agrupación en un momento en el que la lírica es prácticamente inexistente en Córdoba. «Creo que si en la dirección política de la ciudad hubiera personas a las que le gustara este género, habrían empujado un poco más para que estas producciones puedan llevarse a cabo», porque «es una pena que solo haya una ópera al año en una ciudad que tiene mimbres para ofrecer más», subraya Redondo.

Los componentes actuales del Coro de Ópera de Córdoba, durante los ensayos del concierto que ofrecerá el próximo día 1 en el Gran Teatro. Foto: SÁNCHEZ MORENO

«Además del Coro de Ópera y la Orquesta de Córdoba, tenemos solistas magníficos», prueba de ello es que «cuando se representó la ópera Tosca, solo los dos intérpretes principales eran de fuera, mientras que el coro soportó el peso del resto de la ópera», destaca Ortega. Por otro lado, el presidente de la agrupación considera que acercar la lírica a los niños, a través de convenios con centros educativos, «sería una fórmula para crear público y una sensibilidad al género», algo que últimamente el coro desarrolla en los espectáculos que ofrece en el Palacio de Viana.

«Todo va dejando huella», replica Carmen Blanco, que cree que «son buenas iniciativas», mientras que Ortega asegura que «cada año la respuesta es mejor». Por último, y como regalo de cumpleaños, la soprano cordobesa quisiera que este coro se convirtiera en profesional, toda una «utopía» para Redondo aunque comparta el deseo, por lo que él se conformaría con la existencia de una temporada lírica, dice. De cualquier manera, profesional o amateur, con programación lírica o sin ella, estar en este coro «siempre ha merecido la pena» porque ha sido «nuestra vida», dicen los dos cantantes con la emoción en sus rostros.

José Ortega, Carmen Blanco y Antonio Redondo.