Podría parecer que la insignificante y breve vida, tan solo 40 años, de un chupatintas introvertido y frágil volcado en la escritura en sus horas libres que jamás llegó a enterarse de que acabaría siendo el escritor más influyente del siglo XX ofrecería un material poco sugerente para un biógrafo. Además, para los lectores, el Franz Kafka que creó las historias más extrañas y simbólicas se muestra inescrutable y distante. Pero el alemán Reiner Stach tiene una mirada inquisitiva, ajena a los lugares comunes, que ve donde los demás no llegan. De ahí que haya escrito la más completa -porque de sus años de juventud previos a la escritura de sus diarios se sabía bien poco- y rigurosa biografía que ahora publica Acantilado. Dos tomos y un estuche. Dos mil quinientas páginas en las que se muestra a un Kafka insólito (a lomos de una moto o asiduo a los prostíbulos, por ejemplo), contradictorio y, como era de esperar, nada sencillo.

Stach ha dedicado prácticamente su vida a Kafka (Praga, 1883 -1924) y nada menos que 18 años a esta obra monumental en todos los sentidos. Y ha podido hacerlo gracias a un sentimiento, la empatía, convertido en técnica, que le ha llevado no solo a intentar comprender psicológicamente a su biografiado sino también los condicionantes de su época. Dicho esto, Stach, que es un hombre extremadamente afable y didáctico, asegura sentir un profundo cariño por el escritor de Praga, a quien comprende por su afán de perfeccionismo aunque eso supusiera para él mismo una continua fuente de frustración. "Por supuesto que es un neurótico, pero también alguien amable. A mí me resulta simpático porque es auténtico, muy honesto y no se crea falsas ilusiones frente al mundo. No hay cinismo ni menosprecio en él e incluso ante los mayores imbéciles es capaz de mantener un respeto básico".

UN HUMOR DIFÍCIL

La única foto que se conserva de Franz Kafka y Felice Bauer, en Budapest, en 1917

Y además, como han sostenido algunos críticos, entre los que se encuentra Stach, Kafka es, atentos, un importante humorista: "Es que es verdad, en los momentos más oscuros de novelas como 'El castillo' o 'El proceso' hay mucho humor, un humor básico e ingenuo, como de 'slapstick'. En Alemania hice una recopilación de sus textos humorísticos en un cedé que sorprendió mucho a los lectores, porque en general no se tiene esa idea de él".

Buena parte de la imagen del Kafka torturado ha quedado acuñada a partir de sus complejas relaciones con las mujeres (Felice Bauer, Milena Jesenská, Dora Diamant, entre otras), a las que amaba y temía a partes iguales, porque comprometerse para él implicaba también dejar aparcada su vocación como escritor y amarrarse de por vida a un despacho burocrático que odiaba. "Sabía que si se casaba debía mantener a su mujer y, aunque deseaba hacerlo y formar una familia por lo que eso suponía a ojos de la sociedad, también estaba convencido de su talento, y ambos deseos eran irreconciliables". Los problemas psicológicos respecto a la sexualidad no eran privativos del autor, según Stach, sino más bien producto de una época en la que el sexo era considerado un riesgo y no algo gratificante. "Por entonces los hombres no sabían cómo tratar a las mujeres porque los sexos estaban socialmente separados y las relaciones se confundían en una mezcla de miedo y avidez".

NEURÓTICO OBSESIVO

Pero naturalmente no hay que olvidar las inestabilidades psíquicas específicas de Kafka -lo que el doctor Freud había acuñado no hacía tanto tiempo como neurosis obsesiva- que no facilitaban demasiado su vida cotidiana. Ahí aparece el Kafka que se lavaba las manos una decena de ocasiones al día, que masticaba 70 veces cada bocado y revisaba una y otra vez los colchones en los hoteles. "Algo típico de los hombres neuróticos es que dividen a las mujeres en dos grupos: las apetecibles sexualmente y las dignas de afecto. En resumidas cuentas: la madre y la prostituta. Las dos veces que abandonó a Felice Bauer, a las puertas de la boda, fue porque para él adoración y tensión sexual eran cosas separadas e incluso opuestas. Él adoraba a Felice y quizá por ello no se sentía capaz de acostarse con ella. Naturalmente, lo más importante de todas estas tensiones es que fue capaz de mirarse en el espejo y transformarlas en literatura".

Otro momento icónico en la biografía kafkiana es la relación con ese padre terrible y tiránico a quien algunos han intentado relativizar -"no puede haber sido tan malo"- alegando una exageración artística por parte del hijo y autor en su ya famosa y dolorosa carta. "Era exactamente así, tengo pruebas, otros miembros de la familia dicen lo mismo. Fue un hombre hecho a sí mismo aterrorizado por caer en una escala social y quizá eso desataba su agresividad que era muy grande. Pero no odiaba a sus hijos, cuando Franz se contagió de tuberculosis llegó a llorar, pero no era capaz de entender la individualidad de las personas".

EL LEGADO MAX BROD

Siendo ingente, el trabajo del biógrafo no se acaba nunca. Ni siquiera cuando a uno le saludan como el más minucioso. Porque este libro, lo admite, se ha realizado sin una documentación no crucial pero sí importante, las 20.000 cartas y documentos, que forman parte del legado de Max Brod, quien pasó a la historia por haberse negado a cumplir las últimas voluntades de su amigo y salvó los manuscrito de Kafka del fuego y más tarde de los nazis cuando se trasladó finalmente a Israel.

Buena parte de esos documentos siguen inéditos y se encuentran en este momento en un apartamento de Tel Aviv, donde obraban en propiedad de los descendientes de la secretaria de Brod, Eva Hoffe, pero pronto serán trasladadas a la Biblioteca Nacional de Israel después de que el Tribunal Supremo de Israel dictara sentencia tras un largo proceso. "Hasta dentro de tres años no se digitalizarán esos papeles, así que tendré que esperar hasta entonces para trasladarme allí y ver si merece la pena ampliar esta biografía o reescribir algún capítulo", asegura Stach.

Lo que es seguro es que no encontrará ninguna ficción inédita del autor de 'La metamorfosis' porque todas fueron vendidas y la editorial Fisher emprendió su edición crítica en los años 80. Pero sí hay una excepción, y son unos pequeños blocs de notas que el autor llevaba consigo en los últimos meses de su vida y que se quedó su última novia, la actriz polaca Dora Diamant. "Cuando Max Brod le pidió estos cuadernos, unos 20 -explica Stach-, Dora le aseguró que los había quemado pero no es verdad. En 1933, la Gestapo entró en el piso de ella y se lo llevó todo. Así que todavía existe la esperanza de que en algún archivo perdido aparezcan esos blocs además de las cartas a Dora. Creo que el año próximo se podrá acceder a los fondos de la Gestapo, aunque no hay garantías de que estén allí". Así que si por fortuna salieran a la luz sería la mayor sensación literaria sobre el más grande autor del siglo.