'El Lienzo de la memoria'

Autor: Paco Bernal.

Intérpretes: Ricardo Luna y Juan Carlos Villanueva.

Dirección: Juan Carlos Villanueva.

Noche de teatro en la Sala Polifemo llena de un público que espera ansioso el estreno absoluto de El lienzo de la memoria , pieza teatral escrita por el cordobés Paco Bernal y que pone en escena la compañía Trápala. Sobre el escenario dos actores bien conocidos: Ricardo Luna y Juan Carlos Villanueva.

Desde que se abren las puertas de la sala, Ricardo (Javier en la ficción), está ya actuando desde su estudio de pintor que da al mar y deja claro a quien le observe con atención que las musas no están ese día muy finas. Algo le está ocurriendo; se enfrenta una y otra vez al lienzo en blanco y tan solo le llega el desasosiego. ¡Bien, en principio promete!

Se lee en el programa de mano que El lienzo de la memoria nació para plasmar el mecanismo que pone en marcha la creación de cualquier obra de arte. Una vez bajado el telón de este estreno creo que al planteamiento se le puede sacar más jugo. Intuyo que la pregunta no es ¿qué hace un autor antes de emprender una obra?, sino ¿por qué?

Desde que aparece Juan Carlos en escena (Antonio en la obra) se inicia un monólogo con el que se ofrecen al espectador las claves de la historia que se desarrolla ante sus ojos. Antonio no está allí. Al igual que Elena, que nunca llega, sólo existe en la mente de Javier que no se enfrenta a un lienzo en blanco, se enfrenta a la vida, a su vida y a todo lo que guarda en su memoria. Antonio es una yuxtaposición a la realidad, solo el espectador puede verle mientras Javier se enfrenta a sí mismo, a sus miedos, a lo que ocurrió el día del accidente- a su soledad.

Puede parecer que la obra carece de conflicto, pero no es cierto; el conflicto es el propio Javier y sus fantasmas del pasado que va sacando desde los cajones de la memoria. Una excelente interpretación de Ricardo Luna y Juan Carlos Villanueva en este Lienzo de la memoria , un texto audaz y contundente de Paco Bernal que hace una construcción que no es habitual, pero está bien diseñada y logra su objetivo.

La escenografía está bien conseguida con el desaliño que muestra el paralelismo de lo físico que rodea al pintor y ese cierto desorden de los recuerdos de su mente que van saliendo hacia el exterior, a lo mejor por ese ventanal que da al mar, junto a las palmeras que se mecen con el aire y los pájaros que se llevan las imágenes hasta el horizonte.

Una buena puesta en escena a la que, como suele ser normal en todos los estrenos, le falta ese punto de rodaje para ajustar todas las piezas. Bienvenido este nuevo espectáculo teatral con claro sabor cordobés y hacemos votos para que esto no se quede aquí.