Inteligente y elegante película, transparente en su narración, clarificadora con respecto a los vergonzosos hechos que conforman su argumento. Años sesenta, Estados Unidos. Dos personajes de la política enfrentados: de un lado, el presidente Jhonson; del otro, Martin Luther King Jr. El conflicto: el derecho al voto de los ciudadanos afroamericanos. La desvergüenza de una clase política capaz de saltarse a la torera cualquier derecho humanitario se pone aquí en evidencia, durante la marcha que emprendieron desde Selma hasta Montgomery (Alabama) los partidarios del voto negro, después de producirse todo un recital de violencia por parte de policías alentados por su despótico jefe y un gobernador de lo más racista, bajo la indecisión del presidente que, finalmente, se vio forzado por la presión social a promulgar la ley del derecho al voto en 1965.

Ava DuVernay, la directora, ha filmado una película que no es la típica biografía de Martin Luther King Jr., uno de los personajes más relevantes del siglo XX, sin embargo, sabe cómo mostrarnos su lucha por la igualdad, siempre evitando la violencia, incluso conoceremos sus problemas interiores a la hora de acometer sus propósitos que no eran otros que borrar las diferencias ocasionadas por el color de la piel, con tantos y tantas situaciones de injusticia que llegarán a afectarle, aunque su objetivo siempre estuviera ahí hasta el final. Por tanto, 'Selma' podría considerarse más un drama que un 'biopic'.

Las interpretaciones son magníficas: desde la de su protagonista (David Oyelowo) hasta las realizadas por Tom Wilkinson, Tim Roth, Cuba Gooding Jr., Oprah Winfrey o Carmen Ejogo, todos ellos en papeles más secundarios. El film cuenta con una magnífica banda sonora que consiguió el Oscar a la Mejor Canción Original por 'Glory', así como una muy cuidada fotografía y una estudiada labor de montaje, fundiendo durante ciertos pasajes algunas imágenes documentales que acreditan el relato de los hechos narrados.