La banda alemana de heavy metal, conocida mundialmente durante generaciones por sus baladas, capaces de erizar la piel, incluso la de los más jóvenes que no conocieron el metal de su época, hizo ayer historia en el Festival de la Guitarra de Córdoba con un concierto inolvidable. La alerta amarilla por altas temperaturas no fue un inconveniente para sus fans, que llegaron de todas partes de Andalucía para cumplir el sueño de ver a los de Hannover en directo. «No podíamos dejar pasar esta oportunidad, cuando nos enteramos de que venían aquí después de anunciar varios años su falsa despedida, nos pusimos eufóricos», comentaron emocionados un grupo de jóvenes vestidos de negro, quienes no dudaron en pasar largas horas en la interminable cola, hasta que abrieron las puertas a las 18.00 horas. Y es que, tal y como confesó Rudolf Schenker, guitarrista y fundador del grupo, el primer día de su estancia en Córdoba, «seguimos haciendo música porque la gente joven hace que el rock permanezca vivo, nos gusta ver ambas generaciones haciendo música hasta el final».

El motivo de Anniversary World Tour ha sido celebrar su 50 aniversario, ya que «continuar se ha convertido en nuestra misión», según declararon en una entrevista recientemente. Esta gira va dedicada a su generación de músicos rockeros, teniendo en cuenta que no todos han podido continuar en el camino. Los veteranos del rock, en esta ocasión con Mickey Dee con las baquetas en las manos para sustituir a Kottack, exbatería del grupo, se mostraron muy ilusionados por tocar por primera vez en Córdoba, demostrando, una vez más, que el rock continua siendo el motor de los más jóvenes.

La velada eléctrica, que llenó el coso cordobés y en la que los músicos desplegaron la bandera de España, comenzó con Going Out With a Bang, de su último álbum, Return to Forever, seguido de clásicos de los 80 como Make It Real y The Zoo, de su disco Animal Magnetism. Los alemanes se hicieron grandes en Los Califas con Drum Solo, donde Mikkey Dee supo estar a la altura de Kottack. Uno de los momentos más emotivos para los fans se produjo cuando Rudolf Schenker, Mattias Jabs y Pawel Maçiwoda tocaron los primeros acordes de Wind of Change, que recuerda la caída del Muro de Berlín, y Meine empezó a dar voz al himno. También fue especialmente celebrado el instante en el que los alemanes y el público se fundieron en uno solo al despedirse con el baladón de Still Loving You.

Por otro lado, los fans quedaron impresionados por la espectacular escenografía que habían preparado los de Hannover con gran cantidad de efectos de vídeo y de iluminación, ideada para aprovechar los 100.000 watios de sonido y 450.000 de luz con los que contaban Los Califas. Y es que no se esperaba menos, teniendo en cuenta que el show desplegó a un personal de más de 150 personas, 12 trailers para transportar el montaje del escenario, además de 6 vehículos Mercedes para los desplazamientos internos de los músicos, según confirmaron los organizadores del espectáculo.

Pero antes de la esperada actuación de Scorpions, dos grupos caldearon el ambiente. Los suecos Sabaton fueron los primeros en saltar al escenario con su power metal con influencia histórico-bélica que ha acompañado a los alemanes durante toda la gira en España. Tras ellos, la banda de rock andaluz Medina Azahara se subió al escenario con una gran energía que supo transmitir al público.

Durante casi una hora, los cordobeses desgranaron algunas de sus canciones más emblemáticas, comenzando con Necesito respirar, tema con el que la plaza de toros se levantó. Tampoco faltó Córdoba en el repertorio, una canción que, al igual que Todo tiene su fin, coreó todo el público. «Nuestro corazón sigue unido y atraviesa fronteras», dijo Manuel Martínez, líder de la banda, al despedirse con A toda esa gente, a modo de agradecimiento. Lo dicho, una noche histórica para el Festival de la Guitarra y para el poder de la música.