Es difícil entender las mentes salvajes que hacen daño por el mero gusto de hacerlo. No se entiende pero existe una erótica de la barbarie que está de moda. Hasta ahí llega la acción del agresor. Pero cuando se sabe que estas cosas ocurren y el Ayuntamiento coloca un monumento al aire libre debe ser responsable y buscar fórmulas para imposibilitar este tipo de acciones vándalas. Ahora sólo queda limpiar y restaurar y si vuelve a ocurrir, volverlo a su estado original una y otra vez hasta cansar a los agresores de turno. Esa es la solución, pero lo ideal sería pillar a los culpables y obligarlos a limpiarlo.