Hubo una época en que nuestra ciudad mantenía una programación expositiva constante, durante la cual se pudo acceder, en vivo y en directo, a las imágenes de grandes maestros de la fotografía. Fue entonces cuando algunos espectadores descubrimos la primera obra en blanco y negro que aparece en la última película que ha realizado Win Wenders en compañía de Julian Ribeiro Salgado, hijo del gran fotógrafo y protagonista de 'La sal de la tierra': Sebastiäo Salgado.

Wenders, realizador que comenzó su filmografía por los años setenta en el Nuevo Cine Alemán suele simultanear la ficción con el documental. Siempre me he considerado un admirador de sus cintas en blanco y negro, sobre todo cuando se inspira en textos de Peter Handke ('El miedo del portero al penalti', 'Cielo sobre Berlín'), posiblemente por su gusto y formación en lo fotográfico. Tampoco están nada mal títulos que filmó en color como 'El amigo americano' o la celebrada 'París, Texas'. No obstante, existe cierta controversia con respecto a sus relaciones con artistas que colabora cuando ya están cerca del país que nunca nadie ha vuelto. Y lo que unos ven como homenajes a sus amados maestros (Ray, Ozu, Antonioni), otros sólo ven un ejercicio de vampirismo y aprovechamiento del renombre ajeno. En todo caso, lo fundamental es que la obra sea de calidad y eso, por ahora, no hemos podido apreciarlo con su anterior trabajo en este formato sobre la coreógrafa Pina Bausch al no haberse estrenado.

Pues bien, ahora sí que podemos introducirnos en la vida y obra de Salgado gracias a este documental de lo más clásico, donde algunos lo criticarán por un exceso de bustos parlantes (aunque mejor sería usar el singular), mientras otros agradecerán la posibilidad de descubrir los diferentes periodos en que se puede dividir el trabajo de este autor, los viajes en que se embarcó para reunir lo que luego editó y, sobre todo, su pensamiento acerca de lo que consiguió.